No han pasado ni tan sólo dos semanas, cuando vuelve aparecer otro miembro del PP de Gandia a repetir su mantra de esta temporada: «Gandia, no se lo merece». Esta vez ha sido Alberto Moratal, Secretario del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Gandia y presidente de Nuevas (De)Generaciones, el encargado de recordarnos que los dirigentes de este partido tienen la imaginación justita para ver la televisión, y eso dependiendo de qué programas (para los documentales de la 2, por ejemplo, no les llega). Moratal aspira a suceder a Víctor Soler, lo mismo que éste sigue esperando a ver si consigue mandar por encima de Torró, por lo que es el tercero en la línea de sucesión en el delfinarium y, sin embargo, lo tiene tan complicado como Carlos de Inglaterra para suceder a Isabel II, que lleva el camino de vivir tantos años como la reina madre. Pero como tiene que hacer méritos para justificar su posición, no hace más que dorarle la píldora a su jefe (en funciones), y le ha copiado a Soler hasta el final de un artículo. ¿Será falta de personalidad? ¿Será la ausencia de imaginación, como ya he expuesto anteriormente? Seguramente será ambas cosas, que son inherentes a los dos, ya que sus carreras en la política local son muy parecidas. Ellos han sido presidentes de la organización juvenil pepera, aunque en la anterior legislatura mientras Soler, como concejal, ocupaba el cargo de portavoz del grupo popular, Moratal deambulaba por el Ayuntamiento, sin conocérsele ocupación alguna, junto a la mayoría de «jóvenes cachorros» de su partido, todos ellos contratados por sus propios jefes políticos a cuenta de los ciudadanos de Gandia.

Comentan las malas lenguas que ahora andan bastante nerviosos, puesto que al haber pasado casi dos años desde que perdieron el empleo, la prestación del paro se va agotando, y como no conocen más forma de ganarse la vida que el sueldo municipal que percibían por no hacer nada, salvo importunar, pues intentan revertir la situación a base de meterle el dedo en el ojo a Ciro Palmer, a ver si hay suerte y consiguen volver a vivir a la sopa boba.

Para ello Alberto Moratal no duda en emplear la mentira, la calumnia, la maledicencia y hasta el perjurio; habla del trinquet, de la subida de impuestos, del hospital de crónicos, de la reforma de colegios, y de otras obras pendientes, cuya culpa es exclusiva del PP y de su nefasta gestión durante cuatro años. Y repite, repite y repite los mantras, indicaciones, ocurrencias y chascarrillos generados desde otras instancias populares, exactamente igual que su inmediato superior, «papagayo» Soler, pese a que él, sinceramente, no pasa de cotorra.

Así pues, no es de extrañar que con tal abundancia de pájaros parlantes en la jaula del partido de la derecha de Gandia, las medidas económicas que pusieron en marcha, cuando gobernaron, puedan ser calificadas como «el chocolate del loro», lo que nos ha llevado a donde estamos, aunque «cotorra» Moratal no tiene ninguna vergüenza en pedirle cuentas a los actuales dirigentes del Ayuntamiento de Gandia de sus propias gansadas (otra ave a la que suelen imitar mucho los mandamases gandienses del PP suele ser el ganso).

Ahora que, en cuestión de merecimientos, habría que explicar, y mucho, por qué ese interés en ningunear, despreciar e insultar a la actual alcaldesa de Gandia, Diana Morant, desde que estaba en la oposición. ¿Acaso será que les está dando una lección en cuanto a honradez y sentido común para gestionar, que su machismo no lo puede soportar? No sería de extrañar que, entre tanto loro que habita la jaula pepera, hubiera algún «gallo» dispuesto a seguir cacareando. ¡Menudos pájaros hay en el partido de la gaviota!