Apagado, desangelado y, sobre todo, solitario. Así era el aspecto de Tavernes de la Valldigna cada 31 de diciembre. Durante muchos años, la ausencia de una oferta de calidad en el municipio obligó a miles de vecinos a tener que buscarse la vida fuera. Los bares cerraban, las salas se esforzaban en ofrecer menús baratos con buena fiesta para atraer a los vecinos, pero a los más jóvenes no les acababa de convencer la opción.

En 2011 llegó al municipio el Festivern y la situación cambió de forma radical. La finalidad de abrir las puertas a un evento que no era bien recibido en algunos municipios era, como se comentó entonces por parte del Ejecutivo recién estrenado del PSPV y Compromís, intentar que la gente joven no tuviera que salir de la ciudad dejando Tavernes como un auténtico municipio fantasma la noche del 31 de diciembre.

Pese a que un sector de la población acogió el Festivern de forma fría, lo cierto es que el evento ya forma parte del atractivo de Tavernes. Tras cinco ediciones y a punto de arrancar la sexta, la gran mayoría de los ciudadanos consideran positivo el ambiente que genera, sean o no fans de la música que en él se ofrece.

Antes de su llegada, Tavernes vivió varias etapas. Primero estaba de moda ir a la playa en Nochevieja. Los jóvenes se desplazaban en tromba a la zona costera para pasar dos o tres días en un apartamento, bajo o cochera alquilada y llenando los locales de la playa que se concentraban en la zona conocida como de Padur.

Hubo un momento en que llegaron a instalarse hasta cinco locales de ocio, que, junto con una discoteca ubicada en las afueras de la playa, conformaban el mapa de la fiesta de la juventud esos días.

Unos años después, la tendencia cambió y ni era la playa ni la ciudad las que albergaban gante para cambiar de año. Cerrajón total al municipio. La opción elegida por decenas de jóvenes era la de marcharse fuera buscando pistas de esquí, casas rurales o apartamentos en otras localizaciones, a muchos kilómetros.

El Festivern dio vida a una ciudad que veía resignada como cambiaban los años y no se acababa de dar con la tecla adecuada para lograr dinamizarla durante esos días. Tavernes seguía en su soledad cada 31 de diciembre.

Si hay alguien que se beneficia de esa nueva vida en Tavernes son los negocios de hostelería y los comercios. Lo lógico es pensar que los locales más próximos a la zona de acampada y de conciertos son los que más se benefician y lo cierto es que al principio fue así. Pero con el paso de los años, los jóvenes se han ido expandiendo por el municipio y no les importa andar varios minutos para llegar a un bar o buscar una frutería o tienda de otro tipo.

Los establecimientos han pasado de cerrar el 31 de diciembre a abrir 24 horas durante los tres días que dura el evento. Además, se ven obligados a reforzar las plantillas y a hacer buen acopio de género para dar ofrecer un servicio adecuado.

El ambiente que genera el Festivern ha conseguido, además, que incluso vecinos a los que no les gustan ese tipo de eventos también se queden en la localidad, cenan en bares o restaurantes locales y salen de marcha por los locales de ocio, que, ahora sí, ofrecen fiesta esa noche, o acuden a la carpa con discomóvil que el Ayuntamiento instala en la plaza. Durante esas jornadas se incrementa la actividad comercial en un 60% respecto a hace cinco años.

Responsables de estos establecimientos hablan de «un ingreso bueno pero que cuesta trabajo y muchas horas de esfuerzo; Nosotros vamos a abrir las 24 horas, con diferentes turnos y ello implica contratar a siete personas más con lo que esto representa», dice Juanjo Campos, responsable del bar l'Exqusa Perfecta.

Acopio de agua en Mercadona

Muchos de los comercios también ven como la llegada de miles de jóvenes les implica más horas y han de «prepararse para un pico que nos viene bien, a nadie le amarga un dulce si esto implica más ingresos, pero también has de trabajar más», señala, Ana Guirao, la responsable de una tienda de alimentación en la zona de Gabriel Hernández, bastante alejada del epicentro del Festivern.

En cuanto a los supermercados de la ciudad, responsables de comunicación de Mercadona señalan que «el incremento se nota, por supuesto pero sobre todo en venta de agua». Eso genera más empleos, «Al coincidir con la campaña de Navidad, tenemos la plantilla reforzada, con lo que el servicio está asegurado», apuntan.

La seguridad también es importante, por eso tanto la Guardia Civil como la Policía Local van a reforzar la presencia en la zona del festival. El centro de salud contará con personal extra en urgencias para atender posibles emergencias en caso de que las hubiera.

En estos cinco años, destaca la ausencia de incidentes graves entorno a un evento que reúne a más de 10.000 personas disfrutando de los conciertos pero también del deporte y la cultura.