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Los espigones del Júcar y del puerto de Gandia se comen la costa de la Safor

El estudio determina que esos elementos bloquean el arrastre de arena en dirección norte-sur

Los espigones del Júcar y del puerto de Gandia se comen la costa de la Safor

Sin descartar ni excluir otras causas que también pueden generar el «efecto retroceso» en las playas de la Safor, los técnicos tienen claro que, en primer lugar figuran los espigones que se construyeron en su día en la desembocadura del río Júcar, en Cullera, y, este todavía mayor, el que protege el puerto de Gandia de los temporales del norte y el este.

Esos dos elementos, que constituyen sendas barreras más o menos perpendiculares a la línea de mar, retienen la arena y sedimentos que, en esta zona del Mediterráneo, se desplazan generalmente en dirección norte-sur.

Esa situación se evidencia con claridad en esta comarca. El espigón del Júcar retiene la arena en su vertiente norte, incrementando la playa en Cullera y, consiguientemente, reduciendo la franja litoral en el Brosquil, dentro de este mismo término, y en la Goleta de Tavernes de la Valldigna, que el pasado fin de semana estuvo entre las más afectadas por el temporal.

De hecho, hace veinte años en la Goleta había decenas de metros de arena frente a la urbanización Lago Azul que se fueron reduciendo hasta el punto de que, desde hace tiempo, el mar ya llega a golpear los cimientos y muros de las viviendas. La amenaza ahora es que algún nuevo temporal cause daños estructurales en el complejo residencial, como ha ocurrido en las playas de Xàbia y de Almenara.

Al sur de la Safor, el espigón del puerto de Gandia causa el mismo problema. La playa Nord de Gandia, la más turística, nunca sufre problemas de regresión, sino al contrario. La arena se va acumulando en la vertiente norte del espigón portuario, y ello permite que, en algunas zonas, se acumulen cerca de cien metros de franja de arena entre el paseo y la orilla del mar.

Esos sedimentos son los que dejan de depositarse al sur del espigón. Daimús, Guardamar, Bellreguard, Miramar y, especialmente, Piles, han visto retroceder sus playas en las últimas décadas, y eso pese a que la Administración ha llevado a cabo aportes de sedimentos cuantificados en decenas de miles de metros cúbicos.

El temporal del pasado fin de semana evidenció que, lejos de superarse, ese problema existe y los alcaldes afectados exigen a la Generalitat y al Gobierno de España que hagan el esfuerzo económico que sea necesario para que a partir de la próxima primavera las playas puedan ofrecer los servicios y la atracción turística que genera buena parte de su economía local.

Sobre estas playas pesó hace años una nueva amenaza, dado que Gandia planteó una ampliación del Club Náutico que incluía prolongar considerablemente el espigón que lo protege. Las protestas no se hicieron esperar, pero al final han sido motivos de inviabilidad económica lo que hizo desaparecer aquella actuación que habría acrecentado el problema.

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