Andrea Hernández, representante de la ONG Controla Club, que ha llevado a cabo el estudio entre los estudiantes de los centros de secundaria de Gandia, tiene claro que los ayuntamientos deben implicarse mucho más a la hora de evitar que los jóvenes vean en el consumo de alcohol su única forma de ocio los fines de semana. «La Administración debe ofrecer alternativas al botellón», aseguró, para a renglón seguido añadir que «a la juventud le gusta hacer cosas y si tiene la oportunidad, lo hacen». Lo que falta, sin embargo, es precisamente eso, oportunidades.
Y es que son escasos los municipios que ofrecen a sus jóvenes una programación de actividades nocturnas para que, en fin de semana, desechen la práctica del botellón y se decanten por cuestiones más culturales, sociales, deportivas o educativas.
«El deporte es el mejor factor de protección frente al consumo de alcohol en los jóvenes», apuntó Hernández. «Da igual qué modalidad sea, pero el hecho de que tengan que entrenar y después jugar los partidos o competir es incompatible con el salir a beber e ir de fiesta», apunta.
Para la experta, el principal problema del alcohol es que «está socialmente aceptado» ya que, a su entender, un padre o una madre «no ven tan mal que un niño o niña estén bebiendo durante las fiestas, precisamente porque "son fiestas"», señalaba. «Esa aceptación social hace disminuir la aceptación de riesgos».
Compromiso de las asociaciones
Toda la responsabilidad, sin embargo, no recae en las administraciones. Los colectivos festivos y los comercios que expenden bebidas alcohólicas de toda índole también deben asumir el compromiso de controlar la edad de las personas a las que se les sirve o que adquieren este tipo de productos. En esto también inciden de forma importante los expertos en la materia.
