la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) es un problema de salud que afecta a más de 185 millones de personas en el mundo, según datos actualizados de la OMS. En España la prevalencia de anticuerpos anti VHC está en torno al 2% de la población, y se calcula que cerca de medio millón de adultos tienen la infección activa, es decir, están en situación de poder desarrollar una hepatitis crónica. Si calculamos que entre el 15 y el 30% de estos pacientes desarrollarán cirrosis hepática y que de estos un 2% desarrollaran hepatocarcinoma, llegamos a la conclusión de que estamos ante un grave problema de salud.

La mortalidad atribuible al virus de la hepatitis C equivale al 1,2% de la mortalidad en España por todas las causas. Representa la causa más frecuente de trasplante hepático. Analizando las altas hospitalarias, se calcula que más de 25.000 pacientes al año son ingresados por algún problema relacionado con el virus de la hepatitis C (cirrosis hepática descompensada, hemorragia digestiva y hepatocarcinoma).

Con la aparición de los nuevos tratamientos de la hepatitis C en los últimos tres años, el Ministerio de Sanidad y los distintos servicios regionales de Salud elaboraron en abril de 2015 un Plan Estratégico para el abordaje de la Hepatitis C en el Sistema Nacional de Salud.

Debido al elevado coste del tratamiento, inicialmente de 31.000 a 55.000 euros por paciente, se decidió comenzar a tratar los pacientes con grados de fibrosis hepática más avanzada.

Durante este tiempo, desde mayo de 2015 a diciembre de 2016, se han tratado en la Comunitat Valenciana más de 8.000 pacientes, con una tasa de curación del 97%.

En el Departamento de Salud de Gandia hemos tratado a más de 200 pacientes, con una tasa de curación superior al 98%. Es decir, estamos ante un hecho histórico, ya que por primera vez podemos atisbar que estamos ante la resolución, al menos en nuestro país, del problema de la hepatitis crónica C.

Tras esta primera fase en la que se han tratado los pacientes con enfermedad hepática más avanzada, durante el año 2017 cabe esperar que se traten ya todos los pacientes con hepatitis crónica VHC, independientemente de su grado de fibrosis. Además, al tratarse de enfermos menos graves podremos aplicar tratamientos más cortos, pero igual de eficaces, con la consiguiente reducción de costes.

Con la curación de la infección por el VHC vamos a conseguir a corto plazo reducir la tasa de aparición de nuevos casos, frenar la evolución de los pacientes con hepatitis crónica a estadios más avanzados de la enfermedad como la cirrosis hepática, con la consiguiente reducción de los casos de hepatocarcinoma, vamos a mejorar de forma significativa la calidad de vida de nuestros pacientes, reduciendo no solo la mortalidad sino también la morbilidad y la necesidad de ingresos hospitalarios.

En definitiva, la sociedad está de enhorabuena ya que los nuevos tratamientos de la hepatitis C han supuesto una revolución en la evolución de esta enfermedad, como lo fue en su día el tratamiento de la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana. En ambos casos se trata de enfermedades graves, producidas por virus, a los que tanto la comunidad científica como la sociedad y las autoridades sanitarias han sabido dar una respuesta adecuada y solidaria.