Joan Mata es el pilotari ilustrado de la Safor, algo así como Pep Guardiola lo fue en el fútbol español en sus años de entrenador. Graduado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universitat de València, actualmente cursa un máster en Derecho Constitucional que compagina con su trabajo sustituyendo una baja en el departamento municipal de Obras y Servicios. En las pasadas elecciones fue de número 13 en la candidatura de Proyecto Oliva. La presentación del libro, el viernes pasado a cargo del profesor de Historia Eliseo Cerdà y de la concejala Yolanda Pastor, llenó la sala 1 del Centre Polivalent.
¿Cómo surgió la idea de publicar este ensayo?
No me conformaba a la respuesta reduccionista que se suele dar en Oliva cuando ocurre alguna polémica, esa de que «aquí siempre mandan los cuatro caciques de toda la vida», y empecé a plantearme preguntas. Llego a la conclusión de que al final en Oliva gobiernan todos, aunque no en la misma medida, ya que siempre hay personas o asociaciones más o menos influyentes.
El multipartidismo en Oliva se adelantó a la tendencia que luego, tras el 15-M y la crisis, se ha visto en la política autonómica y estatal.
Oliva siempre ha sido una ciudad muy fragmentada políticamente y dada necesariamente a los pactos. En 1979 ya había cuatro partidos en el pleno para 18 concejales que había entonces. Nunca ha habido mayorías absolutas, excepto en 1999 con el PP.
¿Cómo ve ese mayor afán de la «nueva política» por la transparencia y la democracia deliberativa, con consultas permanentes a la ciudadanía?
Yo creo que es un ideal, que las nuevas tecnologías permiten canalizar mejor, pero es difícil llevarlo a cabo. Al fin y al cabo a los políticos les pagamos para que resuelvan nuestros problemas, y normalmente el ciudadano no tiene tiempo de informarse de los aspectos más técnicos. Los gobernantes deben priorizar y en buena parte lo hacen mediante la influencia que los ciudadanos ejercen no sólo con su voto sino a través de las asociaciones y también en la medida en la que estas sean capaces de que su problema aparezca reflejado por la prensa. Los políticos saben que estar conectados con las asociaciones, con la sociedad civil, atrae votos, y eso es muy importante en Oliva donde 100 o 200 votos pueden decidir un concejal. Tampoco hay que olvidar el papel de los funcionarios, que pueden ralentizar o vetar las propuestas del político, porque ellos son quienes deben dar el visto bueno desde el punto de vista técnico.
¿Qué ventajas e inconvenientes tienen para un municipio los partidos independientes?
Si en Oliva ha habido y hay tantos partidos de este tipo es porque los tradicionales, de ámbito nacional, no han logrado captar las demandas de los olivenses, no han sabido adaptarse a la idiosincrasia propia de este pueblo.
¿Y no cree que ese localismo es un factor por el cual Oliva sigue siendo la hermana pobre a la hora de recibir inversiones del Estado o de la Generalitat?
Creo que no; nadie mejor que sus vecinos y sus representantes políticos conocen las características de Oliva. Yo reivindico la autonomía local tanto en el plano institucional, con más capacidad de gestión para los ayuntamientos, como en el partidista. Por ejemplo, si un partido gobierna en Oliva y en la Generalitat, es muy probable que aquí el concejal no se atreva a reivindicar a València o ir contra sus líderes por si eso le trunca su carrera política. Y al contrario, si ese partido va muy sobrado de votos en Oliva, pues desde València quizá tampoco atiendan las demandas de los vecinos porque entienden que hay cierta complacencia con la gestión, por así decirlo, que ese pueblo lo tienen ganado. Por otra parte, a diferencia de Gandia, nunca hemos tenido políticos olivenses influyentes en las instituciones valencianas supramunicipales.
¿Cómo valora la legislatura pasada, que acabó uniendo a cuatro grupos de la oposición para desbancar a la alcaldesa popular Chelo Escrivà?
El PP gobernó en minoría los primeros años, pero la alcaldesa empezó a meterse en demasiados conflictos, creándose enemistades y al final todos se unieron para un fin común. Lo que pasa es que después la relación entre PSOE y Compromís acabó deteriorándose hasta el punto de que todavía hoy siguen siendo difíciles. En cualquier caso, yo creo que fue una moción contra Chelo Escrivà, no contra el Partido Popular.
