Una deficiente gestión de los recursos hídricos que dejó sin corriente el último tramo del río Serpis, entre el azud d´en Carròs, en Villalonga, y su desembocadura, en el Grau de Gandia, agravó las consecuencias ambientales de la peor sequía que ha sufrido esta cuenca en al menos medio siglo.
Así lo señala el estudio sobre el seguimiento de la falta de agua en el Serpis realizado por el Centre Excursionista la Madrilla y el Col·lectiu Nostra Terra de Potries, que contó con financiación del Ministerio de Medio Ambiente, dado a conocer hace unos días en el Centre de Desenvolupament Rural la Safor de Beniarjó, entidad que también ha colaborado en este proyecto.
Según señala ese documento, entre 2013 y finales de 2016 el Serpis fue perdiendo caudal paulatinamente hasta quedarse completamente seco entre Villalonga y Gandia. El motivo, obvio, fue la ausencia de lluvias en tres años encadenados que figuran con los registros más bajos de las últimas décadas, pero quienes han trabajado en esta investigación apuntan también a «una gestión poco eficiente de los recursos hídricos», aspecto que ya no es consecuencia de los ciclos climáticos naturales, sino de la acción humana o de la Administración.
Aunque no se cita en ese documento, esa gestión hídrica se resume fundamentalmente, en el caso del Serpis, en la sobreexplotación de acuíferos situados en su cuenca y en la administración del agua que se acumula en el pantano de Beniarrés. También los regantes del Serpis en reiteradas ocasiones han criticado que la Confederación Hidrográfica del Júcar proceda a vaciar el pantano entre septiembre y octubre, como se hace en los años húmedos, porque ese agua muchas veces se necesita en el verano siguiente y, de no ser así, permitiría mantener un caudal ecológico hasta la desembocadura, evitando que como ha ocurrido los últimos años, el cauce se quede seco. También grupos ecologistas han solicitado cambios en la gestión de las reservas del pantano de Beniarrés.
Un paisaje protegido
El estudio de el Centre Excursionista la Madrilla y el Col·lectiu Nostra Terra señala que la situación que se produjo el verano pasado, cuando la sequía del Serpis fue más intensa, generó «efectos devastadores» para un ecosistema fluvial que, como recuerdan en el documento, está sometido a la figura de Paisaje Protegido.
«La sequía provocó la muerte de cantidades desmesuradas de fauna acuática», indica el estudio, que añade que las más afectadas fueron las especies autóctonas, que presentan una situación más desfavorable frente a animales procedentes de otros continentes que han sido introducidos en las últimas décadas por la mano del hombre, contribuyendo a su vez a alterar el medio natural.
El Centre Excursionista la Madrilla y el Col·lectiu Nostra Terra, que el verano del año pasado llevaron a cabo distintas actuaciones para salvar peces y otras especies de fauna fluvial, trasladando más de dos mil ejemplares desde Potries hasta el azud del pas de la Guàrdia, en Villalonga, señala en las conclusiones del estudio sobre los efectos de la sequía en el Serpis que la Administración debería prestar una mayor atención a aquellas especies vulnerables que, ante situaciones extremas como la sufrida entre 2013 y 2016, podrían acabar desapareciendo de algunos tramos del río.
El análisis de esta situación extraordinaria relata con todo detalle la situación de la fauna hallada y en parte salvada de morir en el tramo del Serpis en Villalonga, así como las especies autóctonas e invasoras existentes en el río. También concreta qué animales perecen antes y cuáles son más resistentes a la situación de sequía.
