Para no pocos vecinos de Beniopa, este distrito de Gandia ya se ha convertido en algo parecido a lo que, años atrás, ocurría en Santa Anna cuando todavía se llamaba Natzaret. No hay día que una u otra persona o familia tengan que solicitar la presencia de la Policía Local o de la Nacional para que acudan a solucionar problemas de convivencia que, en verano, son más numerosos.
Gritos, cantos, escándalos, suciedad, comportamientos incívicos, ocupación impropia de la vía o espacios públicos y no pocas actitudes delictivas han ido colmando la paciencia de una mayoría de ciudadanos que ven cómo, año tras año y legislatura tras legislatura, nadie consigue atajar el problema. «Aquí ya hay personas que han vendido su casa y se han ido a otra parte para poder vivir con un mínimo de tranquilidad», confiesa uno de los vecinos con el que ha hablado este periódico que, como el resto, no quiere que se publique su nombre por temor a represalias. Incluso representantes de la Asociación de Vecinos, que piden soluciones, evitan pronunciamientos públicos al considerar que «no ayudan» a que se resuelva la situación que denuncian.
La convivencia es, de hecho, el principal problema de Beniopa. En la pasada legislatura el Gobierno local llegó a anunciar más retenes de la policía, uno de ellos e la calle Muntanya.
Las autoridades locales, y también representantes de la Policía Nacional, insisten en que, a la primera llamada de los vecinos, se responde acudiendo al lugar. Las estadísticas revelan cientos de «visitas» para atajar actitudes incívicas, molestas o delictivas, pero los vecinos también señalan que al poco tiempo vuelven a producirse problemas y, lo que es peor, el conflicto se mantiene.
La Junta de Distrito de Beniopa, que se reunió la noche del pasado miércoles, volvió a insistir en la cuestión y los vecinos repitieron sus reproches ante los representantes municipales, entre ellos la presidenta de la Junta, Laura Morant, la delegada de la Policía Local, Àngels Pérez, y el concejal de Servicios Sociales, Nahuel González, por considerar que existe una elevada «permisividad», cuando no impunidad, ante un incivismo que creen intolerable.
La última respuesta del Gobierno local ha sido prometer la contratación de una persona que, adscrita a la Policía Local, ejerza de mediador. Se trata de buscar a alguien que, conociendo las peculiaridades sociales de la cultura gitana, a la que pertenecen muchas de las personas señaladas, actúe mediante el diálogo cuando se rompa la convivencia, dado que, como resulta obvio, ante actitudes delictivas, la respuesta será policial.
En Beniopa, como en los distrito del Raval-Benipeixcar, ya existe un mediador de servicios sociales que, en los últimos años, ha conseguido logros importantes. Entre ellos que todos los niños estén escolarizados porque, de lo contrario, sus familias no reciben ayudas de la Administración.
Pero tanto los representantes de la Administración como quienes sufren las situaciones denunciadas señalan que hay que hacer más y que no se puede esconder la cabeza debajo del ala porque, de los actuales problemas, se podría pasar a un auténtico conflicto entre personas.
