Miguel Ángel ha llegado a Ibiza hace tan sólo un mes y ya se ha enamorado de la isla. Trabajará como socorrista en un hotel hasta el cierre del establecimiento a mediados de octubre. Este periodista decidió cruzar el charco después de varios trabajos en Gandia «que apenas me aportaban nada ni a mi carrera profesional ni a mi crecimiento personal». También está aprovechando para practicar idiomas, así que después del verano no descarta seguir en Ibiza.
Coincide en que la primera dificultad al llegar fue encontrar una vivienda. «Hay auténtico negocio clandestino y paralelo, una especulación habitacional salvaje», denuncia. «Los precios por habitaciones compartidas son una aberración que todo el mundo permite y consiente», se lamenta.
Sobre la isla opina que «no es sólo Pachá y sus fiestas de los jueves con David Guetta, ni Amnesia o Bora Bora», sino que ofrece numerosos atractivos, desde la costa hasta el interior: «Conciertos en directo en pequeñas calas y playas casi desconocidas, rutas ecológicas por el interior salvaje con su flora y fauna autóctonos, actividades acuáticas de todo tipo, paisajes de ensueño al atardecer, el paseo Sunset Street en la bahía de Sant Antoni... Vamos, que Ibiza es mucho más que la capital mundial de la música electrónica».
Echa de menos a la familia y a los amigos, «gente con la que me gustaría vivir también está experiencia increíble», pero añade que «con suerte, algunas de estas personas vendrán a verme y más con la nueva línea de ferry».
Constata que el perfil del turista de Gandia e Ibiza es muy diferente, por eso le parece una idea fantástica unir un destino de turismo nacional con otro internacional como es la capital ibicenca a través del ferry.
En este sentido, le gustaría que la línea se mantuviera todo el año, aunque cree que no sería rentable de forma regular «porque al igual que Gandia y otras ciudades de costa y turística, Ibiza también baja mucho el ritmo fuera de la temporada alta estival».
