Mezquida, que es olivense, dirige un equipo multidisciplinar de ocho técnicos formado por arqueólogos, antropólogos y médicos forenses, agrupados en la asociación ArqueoAntro, a la que la Diputación adjudicó en abril los trabajos de exhumación.

¿Cómo van actualmente los trabajos de exhumación?

Comenzamos trabajando en la fosa 82, el 18 de abril, pero vimos que allí no había realmente una fosa, así que se paralizaron los trabajos y los reiniciamos en la 113. En esta última estamos extrayendo unos dos cadáveres al día, nos quedan unas tres semanas de excavaciones y después intentaremos en una segunda fase localizar a las víctimas de la 82, que es donde, en principio, podría haber tres vecinos de Oliva, ya que el cuarto se encontraría en la 113.

El tratamiento es forense...

Sí, es un trabajo minucioso, no es una excavación arqueológica normal. De momento todo esto no tiene una validez judicial, pero la intención es acumular pruebas y evidencias para el día que esto pueda ser posible. Estamos siguiendo el patrón de Francisco Etxeberría, el forense que inició las exhumaciones científicas en el País Vasco. Estos informes en cualquier otro país serían considerados como pruebas, pero en España no lo son, por la Ley de Amnistía y porque la Ley de Enjuiciamiento Criminal permite sobreseer todos los crímenes a los 20 años de su comisión.

¿Cuándo acabará su trabajo?

Finaliza cuando entregamos los restos a los familiares, porque debemos mantener la cadena de custodia. Tras exhumarlos, los enviamos a nuestro laboratorio de referencia, que es la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid. Allí los cotejamos con las muestras de ADN de los familiares, que suele ser saliva. Los mejores restos para compararlos son piezas dentales sanas o un fémur, que tenga una médula ósea bien conservada. Hasta ahora hemos enviado a Madrid restos de la fosa 113.

Aquellos restos no identificados los debemos retornar al lugar donde se han exhumado, como indica la Ley de la Memoria Histórica. Las conclusiones no estarán hasta dentro de un año.

¿Ha notado más interés de los familiares por estos trabajos?

Sí, a raíz de la difusión de esta campaña nos están llegando muchísimas peticiones, tantas que no damos a basto. No existe una oficina de atención a la víctima, y por tanto nos derivan a nosotros. Casi todos los días vienen familiares al cementerio de Paterna, y nos preguntan mientras estamos trabajando. Algunos sólo quieren saber la fosa donde están enterrados, y se quedan conformes, y a otros les gustaría llevárselos a su pueblo, como es lógico. Tengamos en cuenta que en Paterna tuvo lugar aproximadamente la mitad de la represión del País Valenciano, y además, al ser el último reducto de la República hay personas de otras provincias de España que se quedaron y posteriormente fueron fusiladas.