«Pero chico, què fas, què vas a fer amb això», le dijo su abuela, una vecina de Gandia de 96 años, cuando vio que su nieto se abalanzaba sobre ella con unas tijeras en la mano. Justo en ese preciso instante su tía, que acudió presta al escuchar los gritos, logró interponerse para que no consumara el crimen y, tras sufrir un corte en la mano, consiguió arrebatarle el arma. El propio acusado, quien padece un trastorno psicótico de tipo esquizofrénico, reconoció ayer en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de València su intención de matarla. «Que me maten o mataré yo a alguien, no paro de oir voces en mi cabeza», le había manifestado en varias ocasiones, según el escrito de hechos probados reconocido por el procesado.

El Ministerio Fiscal solicitaba una medida de internamiento en un establecimiento adecuado para tratar su alteración psíquica por un tiempo inferior a diez años por un delito de homicidio en grado de tentativa. Finalmente, tras el reconocimiento de hechos por parte del acusado, la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de València le aplica una eximente completa de enajenación mental y le impone una medida de siete años y medio de internamiento en un centro psiquiátrico.

Los hechos ocurrieron en la tarde del 5 de septiembre de 2016 en el domicilio de la tía del acusado, en la localidad de Oliva. Esa misma mañana, en la vivienda de Gandia donde convivía con su abuela, ésta ya le había sorprendido cogiendo unas tijeras de la caja de costura. Al preguntarle sobre sus intenciones, su nieto le manifestó: «Tu m´has mort en vida». Aunque en ese momento no hizo intención de usarlas, horas después, ya en casa de su tía y aprovechando que ésta estaba en la cocina, se levantó del sillón en el que estaba sentado y comenzó a zarandear a su abuela.

Acto seguido cogió unas tijeras de una caja situada junto a la máquina de coser y «con ánimo de acabar con su vida, alzó las mismas y se abalanzó contra ella». Por suerte, la nonagenaria no llegó a sufrir herida alguna, ya que su hija regresó al comedor a tiempo de evitar la tragedia. Días antes de lo ocurrido el acusado ya había estado ingresado en la unidad de psiquiatría del hospital Francesc de Borja de Gandia en dos ocasiones y durante 14 días.

El informe de los forenses del Instituto de Medicina Legal de València determinó que en el momento de la agresión el procesado sufría una «fase aguda de su enfermedad con descompensación mental o brote psicótico».