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Dos locomotoras del tren Dénia-Carcaixent de 1881 se deterioran en una chatarrería

Vecinos de Tavernes lamentan el «abandono» de ese patrimonio y el gerente de la empresa, situada en Zaragoza, fija en un millón de euros el precio para venderlas - Las máquinas prestaron servicio hasta el cierre de la línea, entre 1969 y 1974

Un tren parado en la estación de Oliva. jeremy wiseman

El patrimonio histórico no solo está formado por monumentos simbólicos y estáticos que hablan del pasado. También lo forman aquellos elementos que, de una u otra manera, contribuyeron al progreso y están en la memoria colectiva de los ciudadanos.

Eso es lo que han sugerido vecinos de Tavernes de la Valldigna después de descubrir que en una chatarrería de Zaragoza se encuentran dos de las locomotoras que, durante casi un siglo, arrastraron los vagones del ferrocarril entre Carcaixent y Dénia, atravesando la Ribera Alta, la Safor y la Marina Alta.

Las locomotoras son del modelo Black Hawthorn, fabricadas en Inglaterra en 1881 y 1882, que circularon por la citada vía con los números 1 y 4, respectivamente.

Las máquinas se encuentran, al descubierto, en las instalaciones de Industrias López Soriano, y Carles Fermí Jareño, que se dedica a recopilar fotografías antiguas de la Valldigna para difundirlas, lamenta que, en ese estado, se vayan deteriorando con el paso del tiempo. Cuando Jareño reveló la situación de las locomotoras se inició un debate sobre la posibilidad de adquirirlas, aunque sin ningún efecto.

En realidad, no parece que exista interés por parte del propietario en vender las máquinas. Levante-EMV habló el pasado miércoles con José López, gerente de la empresa en la que encuentran las dos Black Hawthorn, quien señaló que forman parte de una colección con otras locomotoras que ha adquirido en toda España, que están allí desde hace sesenta años y que no se están deteriorando. Sobre la posibilidad de venta, López indica que no es ese su propósito, aunque después añade que todo depende de la oferta que reciba, y concluye que las entregaría «por un millón de euros cada una de ellas», una cantidad que difícilmente nadie abonará.

Casi nada queda del ferrocarril

Carles Fermí Jareño considera que la Valldigna ha perdido casi todas las referencias sobre el paso del ferrocarril que durante décadas dio vida, generó economía y promovió el desarrollo de Tavernes y otros municipios. Ni siquiera las calles por donde discurrían los raíles, los paseos de Colón y de Lepant, llevan el nombre del ferrocarril, y la estación se derribó del lugar que actualmente ocupa la casa de la cultura. Si acaso queda, de aquel recuerdo, un conjunto de árboles que estaban situados junto a los andenes desmantelados y el nombre la Falla la Via.

Jareño recuerda que algunas ciudades, como Gandia, Dénia o Alcoi, sí cuentan con máquinas de los trenes que cubrieron las rutas ferroviarias. «¿Dejaremos que acaben de caer a trozos estas locomotoras, o por fin nuestros políticos harán un esfuerzo por recordar el pasado?», se pregunta este ciudadano, aunque también reconoce que solicitar un millón de euros por ellas supone un exceso difícilmente asumible.

El ferrocarril entre Carcaixent y Dénia, com el de Gandia-Alcoi, figura entre los primeros que recorrieron la geografía valenciana. La compañía inglesa «Tramway Carcagente a Denia» empezó a operar en 1864 con convoyes arrastrados por caballos, y quince años después se implantaron las locomotoras de vapor, como las dos «aparcadas» en la chatarrería de Zaragoza.

En 1969 la antigua FEVE desmanteló el tramo entre Carcaixent y Tavernes, y cinco años después pasaron a la historia los trenes entre Gandia y Dénia. Ese mismo tren que, desde hace décadas, reivindican la Safor y la Marina.

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