En el año 1977, apenas iniciado el proceso que desembocaría en el sistema democrático que hoy reina en la Comunitat Valenciana y en el resto de España, no era fácil cambiarle el nombre a un municipio. Pero la Font d'en Carròs lo logró, y sus esfuerzos por conseguirlo le situaron como el primero en alcanzar esa meta.

Porque, hasta ese momento, en esta localidad existían dos nombres. Uno era el oficial, el que figuraba en los documentos y el que muchos estaban obligados a usar al escribirlo. Ese era Fuente Encarroz, palabras que nadie usaba por la calle, no solo en la Font, sino en el resto de la comarca.

El otro nombre, la Font d'en Carròs, era, en realidad, el que sonaba todos los días entre los vecinos, el valenciano y genuino, de ahí que un alcalde, unos concejales y asociaciones cívicas locales iniciaran la singular batalla por, simplemente, darle oficialidad a lo que era una realidad.

Vicent Camarena, presidente de la Associació Cultural Carròs, y Jesús Puig, que era alcalde en 1977, antes de las primeras elecciones democráticas, se atrevieron con las estructuras del Estado en un tema siempre delicado como el de la lengua. Al no existir la Generalitat, institución histórica valenciana que llegaría después, el entonces Ayuntamiento de Fuente Encarroz se tuvo que dirigir a otros organismos.

Ahí ayudó un fontero como Francesc Ferrer Pastor, el filólogo y autor del popular Vocabulari Valencià-Castellà, que elaboró un informe en el que aseveraba lo incorrecto de traducir a Fuente Encarroz el nombre de su localidad. Ese documento, con innumerables citas históricas, se elevó a la Diputación de València, que lo tomó en consideración. Esencial en este proceso fue que no hubiese alegaciones. A nadie se le ocurrió trasladar la idea de mantener un nombre que no se usaba.

Con todo ese proceso, lo siguiente, y lo último, fue elevar el informe nada menos que al Consejo de Ministros, entonces presidido por Adolfo Suárez. Seguramente poco tiempo tendrían los ministros en aquella España en permanente sacudida política como para poner trabas a una petición que llegaba avalada por la Diputación valenciana, de manera que, el 23 de noviembre de 1977, de eso el jueves se cumplirán 40 años, la Font d'en Carròs pasó a llamarse oficialmente así, y era el primero de los municipios valencianos en lograrlo.

El resto, como Xeresa, Xeraco, Tavernes de la Valldigna, Llocnou de Sant Jeroni, Daimús, Bellreguard, Almiserà y otros muchos, esperaron a la restauración de la Generalitat, que asumió esas competencias, para valencianizar sus topónimos.

El domingo pasado el actual Ayuntamiento de la Font quiso rendir homenaje a quienes lo hicieron posible y recordar la efeméride. La concejala de Cultura, Celia Escrivà, y el alcalde, Pablo Puig, entregaron una placa conmemorativa al exalcalde Jesús Puig, a Vicent Camarena, al hijo de Francesc Ferrer y a los concejales que formaban la Corporación municipal de 1977, evidentemente, todo hombres: Vicent Casanova Escrivà, Vicent Pons Fuster, José Millet Escrivà, Francisco Monzó Millet, Antonio Pons Escrivà, Samuel Escrivà Calafat, Francisco Doménech Escrivà y Salvador Pardo Roselló.