Marta Torres Escrivà nunca va a olvidar la noche del pasado sábado, 27 de enero. Ese día fue exaltada como fallera mayor de su querida comisión, Pensat i Fet, por segundo año. En ese mismo acto, su novio, Joan Mascarell Alemany se subió al escenario para, mientras ella se encontraba sentada en su trono, pedirle matrimonio.

La pareja hace más de siete años que inició su relación y Joan, de 27, creía que había llegado el momento de dar ese paso tan importante. Pese a que ambos son vergonzosos, estuvo pensando durante mucho tiempo la forma de pedir matrimonio a la chica. Marta, de 25 años, ya había sido fallera mayor de Pensat i Fet en 2017 junto a su hermano. Este, que iba a repetir en el cargo de presidente, al acabar las fiestas del pasado ejercicio le pidió a la joven que también viviera junto a él el 2018. Ella aceptó y aquello también dio a Joan la idea perfecta.

«Lo pensé porque creí que hacerlo durante la presentación de su falla sería muy bonito», explicó ayer en conversación con este periódico el propio Joan Mascarell. El joven reveló la reacción de su pareja: «Se quedó en 'shock' y no reaccionó hasta el día siguiente, cuando ya tuvimos un rato para cenar juntos y lo hablamos».

Recuerda aquel instante como «muy emotivo». Explica que «había hablado en público en más ocasiones pero subir al escenario a hacer la petición de mano fue muy emocionante».

Aunque tenía claro el momento en que quería declararse, faltaba urdir el plan para que nadie sospechara de sus intenciones. Por suerte, explica, se lo pusieron en bandeja. Él, aunque también es fallero, pertenece a la comisión de Institut, por lo que no participaba en la presentación de Marta Torres.

Sin embargo, su hermana y su prima ejercían como mantenedoras del acto. «Yo me imaginaba que me pedirían que subiera a decir algo, porque, al fin y al cabo, soy quien las une a ellas a Marta», explicaba. Y así fue. La situación era inmejorable porque tenía una excusa para subir al escenario sin necesidad de contar a nadie sus intenciones. «Solo lo sabía un pequeño grupo de personas porque era preciso a la hora de elaborar el guión», explica.

Su hermana y su prima, prosigue, «me dijeron que les contara lo que iba a decir pero no lo hice. Les respondí que yo no quería saber lo que le iban a decir ellas a Marta y que, por tanto, tampoco quería que supieran lo que le iba a decir yo». Nadie, ni en su familia ni en la de ella, conocía su plan.

Cuando llegó el momento, él se encontraba sentado entre el público, como un espectador más. Cuando su hermana y prima pronunciaron la frase acordada, Joan subió al escenario y, en vez de dedicarle unas palabras a la joven relacionadas con las fallas, agarró el micro y le pidió matrimonio ante centenares de personas.

«Marta es muy vergonzosa y lo último que se esperaba era que hiciera esto», señalaba el joven ayer. Tanto es así que «ella quería que cuando llegara el momento que se enterara mucha gente, y así después no tenía que ir diciéndolo porque le daba mucha vergüenza», y así fue.

La pareja no tiene de momento una fecha exacta para el enlace, aunque baraja el año 2019.

En los últimos años parece que se están poniendo de moda las peticiones en público. El pasado verano, durante las fiestas de Moros i Cristians, un jefe de escuadra de una «filà» pidió la mano de su novia al final de la entrada cristiana. Aquella acción acabó con una propuesta de sanción por parte de la Federació.