No hay duda de que, a partir del 1 de enero de 2020, una parte importante del tráfico que ahora atraviesa los cascos urbanos de Xeraco, Bellreguard, Palmera, l'Alqueria de la Comtessa y Oliva optará por usar la AP-7, dado que en esa fecha pasará a ser gratuita. Pero no es menos cierto que si la Administración del Estado y la autonómica hubieran sido más previsoras y más ágiles, el número de vehículos que se habría dirigido hacia la autopista hubiese sido mucho mayor.

Porque, como ya está más que claro, el Ministerio de Fomento, a pesar de las exigencias constantes de los ayuntamientos afectados, no tendrá ejecutada la obra de la conexión sur de Oliva, que enlazará la autopista AP-7 con las carretera Nacional 332 y la que discurre de Pego a Oliva. Ese enlace es vital para que los coches y camiones puedan desviarse hacia la autopista y no tener que atravesar el casco urbano de Oliva.

De la misma manera, la Generalitat llegará tarde para el anunciado enlace que conectará la N-332, en un punto situado entre Gandia y Bellreguard, con la AP-7 a la altura entre Almoines y Rafelcofer. Con esos enlaces, unido a la prolongación de la autovía CV-60, procedente de l'Olleria, todo el tráfico que no tenga como destino los municipios de la Safor podría discurrir por vías de alta capacidad, gratuitas, sin causar molestias a los núcleos urbanos.