La Rosa de los Vientos, cuya invención se atribuye al poeta mallorquín Ramon Llull en el siglo XIV, es un símbolo en forma de círculo que ayuda a encontrar el rumbo en el horizonte. Tomando ese símil, y para empoderar a las víctimas de la violencia de género que andaban perdidas, un grupo de mujeres creó en Gandia para toda la comarca la asociación Rosa dels Vents, hace ya diez años.

Sus promotoras son Juana Navarro, Rosa María Fernández, Carme Puig, Marta Sambrizzi y Merce Pistoni. Psicólogas, educadoras sociales, docentes y periodistas que de una manera totalmente altruista, sacando tiempo de sus trabajos, llevan adelante las actividades, fundamentalmente terapias de grupo donde las mujeres pueden contar sus experiencias y conocer a otras que han pasado por una situación parecida.

Las reuniones, en la sede, tienen una periodicidad quincenal. También hay talleres de empoderamiento, otros más lúdicos donde hacen manualidades. Para las que son madres se organizan cada dos meses excursiones en parajes naturales en las que pasan un tiempo de ocio con sus hijos y salen del entorno doméstico. Otras veces han acudido a los colegios a dar alguna charla, para prevenir a los escolares.

No trabajan, por tanto, para ninguna ideología política. Tampoco se definen como «feministas» en un sentido excluyente o radical del término. «No excluimos a los hombres, a la asociación también vienen hombres que han sufrido violencia de género o acoso escolar en la infancia y les ha dejado secuelas», explica Juana Navarro. «De hecho también queremos que los hombres se impliquen en la lucha contra la violencia de género», puntualiza.

Tampoco es una asociación que esté para «animar» a las víctimas a denunciar a su maltratador. Si consideran que hay algún riesgo, derivan a la mujer a la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito, para que sean estos abogados los que le aconsejen, pero ellas no abordan el problema directamente porque no son expertas en temas jurídicos. La mayoría, no obstante, ya presentó en su día denuncia y el objetivo ahora es retomar su vida con normalidad y sin ningún sentimiento de culpa.

Y todo ello lo hacen sin recibir dinero de instituciones públicas, aunque sí cuentan con su apoyo, como el Ayuntamiento de Gandia, que les cede un local municipal en el antiguo Convent de Sant Roc. También colaboran entidades privadas, en especial el Colegio Los Naranjos. El centro educativo sigue vinculado a la causa desde que un profesor de Música, José Antonio Pons, promoviera sendos conciertos solidarios para recaudar fondos en el primer año de funcionamiento. La Mitja Marató Roller Gandia, que se celebró el pasado 26 de noviembre, donó una cantidad, y también lo hará la Cursa de la Dona Delikia de Gandia, con el «euro solidario». Por otra parte, hay una serie de comercios y profesionales que ofrecen descuentos a los asociados. En noviembre de 2017, aprovechando los actos del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la asociación conmemoró su décimo aniversario con una exposición en Fomento, en la que varios fotógrafos mostraron sus obras.