¿Está la sociedad española más concienciada sobre el problema de la violencia de género que hace diez años?
Yo diría que está más informada, pero no tan concienciada. Yo no sé hasta qué punto quién se lo cree y quién no. Hay más estadísticas, es verdad, una legislación específica, se trabaja en los colegios y los medios de comunicación han hecho un papel importante, pero la situación sigue siendo muy grave.
Parece mentira pero muchos adolescentes de hoy están reproduciendo conductas y estereotipos machistas.
Sí, lo vemos con determinadas canciones que escuchan, con el control de los teléfonos móviles o con la exhibición que hacen en redes sociales como Instagram, donde posan con unas actitudes y unas formas de vestir de «mujer objeto» totalmente contrarias a la igualdad. Padres y educadores deben enterarse de esto y poner soluciones. La pareja tiene que estar basada en el respeto, en la comunicación, en la empatía, en la asertividad, en saber decir «no»...
Siguen dándose micromachismos en la vida cotidiana, en el lenguaje, en las palabras...
Sí, y a veces no somos conscientes pero hay que detectarlos y denunciarlos públicamente. El otro día miraba yo la Gala Drag Queen del Carnaval de las Palmas y una de las fantasías se titulaba «Te quiero tanto que te mataría». ¿Cómo se pueden hacer bromas de un tema tan serio? Es antipedagógico relacionar el amor con la muerte.
Otro colectivo vulnerable son el de mujeres de 65 o 70 años que mantienen una dependencia tóxica con el marido. ¿Qué les aconsejaría?
Que salgan de casa, que hagan amigas, que tomen café con ellas, que estén más con sus familiares... La estrategia del maltratador pasa por ir anulando y aislando a la mujer para al final dominarla. Por eso el apoyo social da mucha fuerza para salir de una relación de sumisión y dependencia.
