Osborne, la empresa propietaria del toro que corona un pequeño montículo en el término municipal de Tavernes de la Valldigna, que fue derribado hace unas semanas por el grupo independentista Arran, está estudiando diferentes posibilidades para el futuro de la figura. Fuentes de la marca, consultadas por este periódico, aseguran que, actualmente, sobre la mesa están todas las posibilidades, que van desde volver a reestablecer la figura, con el peligro de que, como ya ha ocurrido, la vuelvan a serrar, hasta trasladarla a otra ubicación menos accesible para evitar nuevos ataques.

En todo caso, el deseo de Osborne es ponerse en contacto con el Ayuntamiento y tratar de buscar conjuntamente una salida, toda vez que la inversión para reestablecer de nuevo el cartel roza los 70.000 euros.

El montículo en el que se encuentra la silueta del toro, ahora derribada, es de propiedad privada. La propia señal es un elemento que está declarado como Bien de Interés Cultural, por lo que goza de protección.

Desde el Ayuntamiento, el concejal de Urbanismo, Josep Llàcer, aseguró, en conversación con Levante-EMV, que toda decisión respecto a la figura del toro derribado corresponde a su propietaria, es decir, la marca de licores Osborne. «Es una figura privada que está en una parcela privada, ahí el ayuntamiento no tiene nada que decir», indicaba.

Respecto a consensuar una nueva ubicación, Llàcer asegura que las posibilidades del municipio para ofrecer un espacio son «escasas», ya que se trata de enclaves poco accesibles y donde la valla no tendría la visibilidad que pretende darle la marca.

El toro fue derribado por Arran el pasado 29 de abril, en domingo, en una jornada de fuertes vientos después de que el grupo Arran serrara previamente la base.

Era la segunda vez en algo más de un año que esta figura sufría un sabotaje por parte de esta formación. Además, hacía apenas ocho meses que la empresa Osborne había vuelto a levantar la figura después de aquel ataque.

Los vecinos del municipio se han mostrado verdaderamente molestos con esta acción, toda vez, que, lejos de la simbología que cada uno le quiera dar, para los valleros la figura forma parte de su paisaje desde hace décadas y es la señal más clara de que se está llegando a casa cuando se viaja por la N-332, en tanto que se encuentra junto a esta vía.

En otros puntos de España, la figura de la reconocida marca también ha sido objeto de numerosos ataques.