La vitamina C es una sustancia esencial para el correcto funcionamiento del organismo, que debemos aportar con la dieta ya que no tenemos la capacidad de sintetizarla. Tomar alimentos frescos ricos en vitamina C, también llamada ácido ascórbico, repercute de manera muy beneficiosa en nuestra salud y calidad de vida, ya que interviene en numerosos procesos metabólicos.

El consumo de cinco raciones de verduras y frutas al día aporta la cantidad necesaria de vitamina C. Entre las frutas, las naranjas y, en general, los cítricos contienen la dosis necesaria de esta vitamina, además de otros nutrientes muy importantes como azúcares, aminoácidos, sales minerales y otras vitaminas.

Como profesional de la salud siempre recomiendo que la fruta que compremos sea fresca y, si es posible, recién cogida, algo que en la Comunitat Valenciana está a nuestro alcance. La fruta fresca, que no ha pasado por cámaras frigoríficas y no ha sido tratada con aditivos, mantiene sus propiedades nutricionales intactas, entre ellas la vitamina C.

Es habitual que, con la llegada del frío, los médicos recomendemos comer naranjas para combatir resfriados y gripes, ya que, según distintos estudios científicos, un nivel adecuado de esta vitamina fortalece el sistema inmune y, por tanto, reduce la severidad y la duración de los síntomas de la gripe y resfriados.

En el mismo sentido apunta el último informe elaborado por la organización médica colegial española en referencia a la gripe A/H1N1, que aconseja una dieta equilibrada, beber agua con frecuencia y comer frutas y verduras ricas en vitaminas A y C, como naranjas, mandarinas, lima, limón, etc.

Las virtudes de la vitamina C no se limitan a la prevención de resfriados. Podríamos decir que el ácido ascórbico es la vitamina de la belleza, en el sentido de que su ingesta es esencial para mantener en buen estado la piel, el cartílago, los huesos y los dientes, al fortalecer las fibras de colágeno que están en todos los tejidos de nuestro organismo. Por el contrario, su déficit altera la cicatrización de las heridas, detiene el crecimiento de los huesos, así como dificulta la curación del hueso fracturado, produce fragilidad en los vasos sanguíneos y favorece la aparición de pequeñas hemorragias en la piel y mucosas.

La vitamina C también es el nutriente de la juventud. Su papel como antioxidante es imprescindible para metabolizar o incluso destruir los famosos radicales libres de oxígeno (RLO), una de las causas del envejecimiento, que dañan las macromoléculas y alteran los procesos celulares naturales de nuestro organismo.

Hay que añadir que estos radicales libres intervienen en una serie de procesos patológicos, como el cáncer y enfermedades degenerativas. En los diferentes estudios realizados se han detectado niveles disminuidos de enzimas antioxidantes en diversos tipos de células tumorales.

La vitamina C parece tener efecto anticarcinógeno por lo que será importante introducir estrategias antioxidantes para complementar tratamientos anticancerosos.

En general, la mejor manera de tener a raya a los RLO es consumir vitamina C, el antioxidante natural más barato y asequible, ya que está presente en las naranjas y mandarinas que tenemos al alcance de la mano.