Ramón Sánchez-Ocaña

Nancy Reagan la esposa del ex presidente Ronald, permanece ingresada en el St.John Health Center a causa de una caída en su residencia de Bel Air. No parece que se haya roto la cadera como se temía en un principio.

Es un hecho reciente que pone de actualidad nuevamente el riesgo de caídas en los mayores. Un problema serio del que da idea que suponen la tercera causa de ingreso hospitalario de los mayores de 65 años. Y según las estadísticas, una de cada tres personas que haya cumplido esa edad se cae al menos una vez al año.

Según el doctor Ribera Casado, catedrático de Geriatría de la Universidad Complutense de Madrid, los factores que ponen en riesgo a una persona mayor para que sufra una caída pueden tener su origen en las condiciones de la propia persona -desequilibrio, problemas de la vista...- o en el entorno. Sobre estos últimos, alude por ejemplo a la disposición del mobiliario, la iluminación o los escalones.

La caída en sí misma es un problema porque tiene un impacto negativo en su estado emocional ya que "muchas veces se retrae y deja de seguir haciendo su vida con normalidad", detalla el doctor Ribera. A esto se le suman las consecuencias físicas del golpe. Un tercio de las personas que se caen se rompen algún hueso o sufren una contusión fuerte.

Las consecuencias pueden ser nefastas. Además de las consecuencias psicológicas antes mencionadas, la inmovilidad imprescindible para su recuperación hace que el paciente empeore sensiblemente su situación general: los que estaban mal nutridos se desnutren aún más, a los que tenían demencias se les agudiza el cuadroÉ

Uno de cada tres mayores se cae

Según datos de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, el 32 por 100 de los mayores de 70 años ha sufrido alguna caída. La mayoría de las caídas son por la mañana y en casa. Por si fuera poco, los mayores son consumidores de cuatro o mas fármacos al día, que aumenta considerablemente el riesgo de caerse. Muchos ancianos consideran este percance como un accidente habitual. En la mayoría de ocasiones está solo cuando se cae y en un porcentaje aun mayor (70) se cae de la misma manera.

Lo mas relevante es lo que acabamos de decir: uno de cada tres mayores de 65 años sufre una caída por lo menos una vez al año. Los especialistas empiezan a considerar que la atención de estas personas no debe ser solo física, sino también psicológica, porque cada vez es mayor el numero de ellas que padecen el síndrome post caída que se caracteriza por un miedo exagerado a sufrir un nuevo tropezón lo que limita de manera importante su actividad física y su calidad de vida. De hecho, un buen porcentaje de personas mayores temen nuevas caídas dentro o fuera de casa y no se atreven ni a salir, ni a moverse sino es con la ayuda.

Además, en palabras del Dr. Ribera Casado "se tiende a frivolizar sobre este tema que ha sido ignorado en la mayor parte de los programas docentes. Sin embargo su magnitud y sus consecuencias son suficientemente importantes como para tomarlo con seriedad y analizar su epidemiología, causas, factores de riesgo y tratamiento".

Medidas de prevención

A los 65 años, todos, en mayor o menor grado sufrimos osteoporosis, es decir, pérdida de masa ósea, con lo que el hueso se hace mas frágil. Es el momento de tener muy en cuenta la prevención de caídas y fracturas. Se basa en tomar simplemente, algunas precauciones. La primera: control periódico de la vista y el oído. Y la segunda: que haya buena iluminación.

La mayoría de caídas se pueden evitar siguiendo unos sencillos consejos. En las escaleras, procure que haya barandillas y que el primer escalón y el último esten visiblemente marcados. Compruebe todas las alfombras para asegurarse de que no tienen arrugas y mantenga los cables fuera de los lugares por donde se puede pasar. Los utensilios de cocina de uso cotidiano deben estar en lugares de fácil acceso para evitar inclinarse innecesariamente.

Utilice un carrito para trasladar objetos de peso o fuentes calientes e instale barras de sujección en las paredes del baño a lo largo de la bañera. Levántese lentamente de la cama. Si lo hace de forma brusca puede producir un descenso de la presión y puede caerse.

El hueso mas débil

La edad es uno de los factores determinantes -en las mujeres, la menopausia- de la perdida de masa ósea. El hueso se hace mas poroso, pierde consistencia y el riesgo de fractura aumenta de manera considerable. La parte de hueso que mas se pierde es la trabecular, es decir, el tejido óseo que sirve como de sostén vertical en las vértebras, el que hace el entramado de consistencia de la vértebra. La pérdida de hueso trabecular (20 por 100 del esqueleto) es mucho mayor que la de hueso cortical (80 por 100 de esqueleto). Una caída en esas circunstancias puede determinar la fractura, que produce sobre todo en la parte distal del radio, en las vértebras y en la cabeza del fémur. Se puede calcular que una cuarta parte de mujeres occidentales han sufrido una fractura antes de los 80 años.

El varón no es ajeno al problema, pero es fácilmente comprobable que su pérdida de masa ósea no solo empieza mas tarde, sino que evoluciona mas lentamente. Y es que la carencia de estrógenos de la menopausia acelera esa pérdida de hueso.

El problema serio es que como la esperanza de vida va en aumento, y la edad es factor de riesgo para la osteoporosis, la fragilidad de los huesos, también. Entre un 30 y un 50 por 100 de todas las mujeres que hayan pasado la menopausia y casi todas las personas de mas de 75 años, se verán afectadas. Aunque el varón también tiene riesgo, la realidad de muestra que por ejemplo, si hablamos de vértebras, afecta a ocho mujeres por cada varón. Y si hablamos de cadera, por cada hombre que se la rompe, se la fracturan por lo menos, tres mujeres. Se calcula que a partir de la menopausia la pérdida de masa ósea es de un 2 por 100 de esqueleto al año.

Un 15 por 100 de las mujeres sufrirá una fractura de cadera en algún momento de su vida. Otro quince por ciento de mas de 50 años, sufrirá fractura de muñeca. En España se produce una fractura por osteoporosis cada 15 minutos.

El proceso comienza alrededor de los 30 años. Pero la mayoría de los casos no tiene reflejo clínico y por tanto no se diagnostica hasta pasados los cincuenta lo que retrasa la adopción de medidas preventivas.