¿Se puede pensar en una Ofrenda de fallas en otro extremo de la ciudad que no sea la calle San Vicente? ¿O una procesión cívica vicentina «alternativa», que no recorra el centro de la ciudad? ¿O una procesión de la Virgen de los Desamparados el mismo día y a la misma hora en el otro extremo de la Plaza de la Seu? En la Semana Santa Marinera se atisba un cierto punto de recelo no ya ante la aparición de nuevas procesiones de Semana Santa, sino de festejos con el mismo nombre y mismo horario en la misma ciudad. Ayer, por ejemplo, la iglesia de San Nicolás organizó un «Santo Entierro» por las calles de Ciutat Vella, al que se sumaron entidades de todo tipo: vicentinas, Lo Rat Penat o la corte de honor de la Virgen de los Desamparados entre otros. También participó el ex presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Y el cardenal Cañizares, que optó por acompañar al Cristo Yacente -en un recorrido, estéticamente espectacular por el barrio del Carmen- y no asistir al festejo del Marítim.

«Nos puede haber sorprendido, pero es algo que no podemos controlar. Nosotros nos tenemos que preocupar por lo nuestro. Que otras feligresías quieran organizar procesiones, incluyendo las que supongan recuperar algunas que eran antiguas, no nos debe preocupar». La Junta Mayor adopta una postura conciliadora y no quieren entrar en conflicto y así lo demuestra el secretario de la misma, José Vilaseca. Porque, devoción e implicación social al margen, a los responsables de cualquier fiesta les interesa que exista un reconocimiento y una implantación tanto de los ciudadanos como de los visitantes. «Y si en València se quiere ver la Semana Santa, hay que venir al Marítim. Tenemos el Santo Entierro, singularidades como la visita de las imágenes, corporaciones únicas como los Granaderos, actos únicos como el Desfile de Resurrección... que haya otros actos en otra parte de la ciudad no debe ser motivo para pensar que vamos a dejar de tener implantación».

La Semana Santa Marinera está aplicando precisamente el proyecto de interrelación entre fiestas. La fallera mayor de València del año pasado es clavariesa en el Cabanyal, la honorable vicentina ha procesionado en el Canyamelar; Sant Bult lo hace en el Cabanyal y Jesús en la Columna lo hizo el miércoles en la demarcación de San Juan del Hospital. Esta iglesia también celebró una procesión en la calle con imágenes el Jueves Santo. Pero lo que se aprecia en las bases es ese temor a que el imparable fenómeno asociativo de la ciudad pudiera crear «otras semanas santas» más allá de la que es Fiesta de Interés Nacional. No en uno o dos años, sino a medio plazo y no referido a los actos litúrgicos, propios de cualquier parroquia que se precie, sino los desfiles civiles alrededor de una imagen. Sobre todo, después de lo que ha costado atraer a la zona marítima a los que han descubierto tan singular festejo. «De verdad que no debe preocuparnos. Más aún, estamos contentos de que el ayuntamiento ha hecho una gran labor de promoción de la Semana Santa Marinera y también el arzobispado ha repartido programas. No nos podemos quejar en ese sentido. Y, de verdad, si se consigue que la gente se quede en València estos días y vea Semana Santa, estamos convencidos de que no va a dejar de venir a los Poblats Marítims».

La Semana Santa Marinera ha llegado a sus últimas fechas, según Vilaseca, con «la sensación de que cada vez viene más gente de fuera de estos barrios, incluyendo turistas. Tenemos mucho camino por recorrer aprovechando nuestras características especiales».