Desde primeras horas de la mañana, la Semana Santa Marinera vivió ayer su jornada más importante, densa y solemne. Desde que, al alba, le se encontraron los Cristos de Salvador, los cuales harían posteriormente sendas visitas a pie de playa para recordar a los difuntos en el mar. Un homenaje que, tradicionalmente, se hacía pensando en los propios vecinos del barrio, los marinos y pescadores, pero que ahora se extiende a los ahogados en pateras, incorporando mensaje social. El más mediático es el del Salvador y el Amparo porque accede a la arena sobre la una. No fue un día tan playero como en otras ocasiones. Eran pocos los bañistas, pero los suficientes como para sorprenderse con la estampa.

Fue el día de honrar a otros ausentes, como hicieron los Granaderos de la Soledad, tras finalizar los Vía Crucis matinales. La Semana Santa extiende ya los horarios y todo quedaba preparado para el Santo Entierro, que extendió el sentimiento durante seis horas por las calles del distrito. Es el acto menos «llevadero» para el espectador, pero no lo es menos que en cualquier otra ciudad que tiene la Pasión como atractivo. Y prueba de ello es que muchas de las calles estaban abarrotadas de público asistiendo impertérrito al desfile mientras los bares seguían haciendo caja. No hay nada que no esté inventado y un entierro consiste en eso: en acompañar al finado de forma lenta, silenciosa y rotundamente formal. Todos los colectivos acompañados de sus respectivas imágenes.

Y también en Ciutat Vella

La Pasión también se vivió en el centro de la ciudad con la procesión que partió y acabó en San Nicolás. Por segunda vez, el Santo Entierro recorrió las calles a favor de corriente: un terreno habitualmente lleno de gente, mucha de la cual se vio sorprendida por la aparición del Cristo Yacente, seguida por un cortejo bastante notable, incluyendo representantes de fiestas del centro de la ciudad y presidida por el cardenal Cañizares, tras su particular periplo de tres días por el Marítimo.

Hoy es día de visita, duelo y recogimiento, tan solo interrumpido por el traslado de tres cristos yacentes. A partir de medianoche cambia el estado de ánimo, suenan los fuegos artificiales y se celebra la Resurrección. Todo quedará pendiente del desfile del domingo.