A medida que el calendario va consumiendo fechas, las movidas aguas del entramado empresarial que tiene la responsabilidad de confeccionar las primeras ferias de fuste de la temporada, parecen volver a su cauce después de los clásicos y habituales tiras y aflojas que en toda negociación se producen. Este año con más ruido mediático que en otras ocasiones porque en cada uno de los abonos ya determinados se han producido señaladas ausencias.

La publicación oficial de los carteles de Castelló y Valencia y el avanzado estado en el que se encuentran los de la abrileña feria sevillana, certifican que Jose Tomás, El Juli, Perera, Cayetano, El Cid, Morante de la Puebla o Enrique Ponce, son figuras que, por separado, no estarán en alguno de los abonos comentados. Son ausencias de tanto peso que es lógico que crítica y afición las reclamen. Otra cosa son los motivos de esas ausencias.

Puede que alguien no esté haciendo bien los deberes. Y puede que haya responsables en los dos estamentos principales: empresarios y apoderados. Para explicarlo voy a recurrir a una anécdota que debió producirse justo el día que Alemania invadió Polonia y Francia e Inglaterra, se posicionaban frente al dislate alemán.

Se celebraba un almuerzo de aficionados a los toros en el célebre restaurante madrileño L'Hardy. Uno de los tertulianos se afanaba en explicar la calidad de las embestidas de un toro que había visto lidiar a un afamado espada: "Éno veáis cómo metía el toro la cara por el pitón izquierdoÉ" En ese instante entra un cliente al restaurante y excitado dice en voz alta: "¡Acaba de estallar la II Guerra Mundial!É" El aficionado, sin inmutarse y tras mirar sin comprender a qué tanto estruendo, siguió explicando la calidad de las embestidas del toro como si nada hubiera pasado.

Por ahí puede que vayan ahora los tiros. Podría estar ocurriendo que unos y otros, los empresarios y los apoderados de los toreros, estén mirando hacia sí mismos cuando en la calle está cayendo una tormenta de tal magnitud que no se alcanza a adivinar, ni desde las mentes más preclaras, cuáles serán y cuánto durarán sus consecuencias. Sin caer en falsos alarmismos y sabiendo que por muy cautivo que sea el público taurino, entiendo que las actuales circunstancias debieran haber obligado a una reflexión que abarcara más allá de los centímetros escasos de algunas narices.

Quiero decir que si el empresario quiere asegurarse beneficios rebajando la calidad de la oferta, haciendo alquimia con los nombre de los toreros, podría estar equivocándose. En una situación de estrecheces económicas, el aficionado sólo hará el esfuerzo si los carteles son los más atractivos. Ni tan siquiera una supuesta rebaja de los precios de las entradas daría resultado si la oferta no fuera la mejor.

Por su lado, los apoderados, en su legítimo derecho de defender la revalorización de sus toreros, cuando es el caso, o mantener unos honorarios que no se acaban de justificar en plenitud, que de todo hay, deberían valorar igualmente la situación. Todo, menos seguir explicando que el toro de la economía va a seguir embistiendo por derecho. Sería una gran equivocación.

Hecha la reflexión sobre la situación que más preocupa a propios y extraños, es oportuno reflejar las bondades, que las tienen, de los carteles, al menos de las dos ferias que están totalmente cerradas. La de Castelló, además de mantener un interesante nivel ganadero con la inclusión de divisas subidas de casta como son Fuente Ymbro y Victorino Martín, y de contrastada calidad como las de Jandilla, El Torreón o Manolo González, hace una apuesta local de riesgo controlado al darle dos tardes a un novel como es Abel Valls: tarde de alternativa y repetición con José Tomás. El anuncio de unir a los hermanos Francisco y Cayetano Rivera junto al muy revalorizado Miguel Ángel Perera, ponen cierre de gran interés.

Por su parte, la empresa de Valencia, ofrece una feria dividida en tres módulos diferenciados: El inicial que le da cobijo a novilleros y matadores de casa; un segundo con la artillería pesada de las figuras, y una recta final en la que las fechas tienen tanto o más pronunciamiento que algunos de los matadores actuantes. La presencia de José Tomás junto a Sebastián Castella y el cartel del día 16 con toros de Juan Pedro para Ponce, Manzanares y Cayetano, son el culmen de una feria en la que se hace notar una estrategia táctica para sujetar los presupuestos, realidad que hubiera quedado rota si finalmente se hubiera confirmado la noticia de que el día 21 podría haber tenido cabida un mano a mano entre Morante de la Puebla y Miguel Ángel Perera. Con lo fácil que hubiera sido hacer las cosas mejor desde el principio.