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Cerca de seis horas duró la operación a la que fue sometido el torero Julio Aparicio en la madrugada del sábado en el Hospital 12 de Octubre por el equipo del departamento de maxilofacial de este centro sanitario, después del gravísimo percance que sufrió el viernes por la tarde en la plaza de toros de Madrid.

Una compleja intervención en la que se trataron de reconstruir la región de la cabeza que estaba afectada por las graves lesiones sufridas, y en la que se le practicó, según el parte medico emitido, una «traqueotomía reglada, reparándole las estructuras afectadas sin presentarse complicaciones quirúrgicas inmediatas. El torero presentaba una herida por asta de toro con entrada por región cervical anterior y penetración en cavidad oral, produciendo fractura en maxilar superior».

No hay daños cerebrales

Tras la intervención, se le praticaron un TAC cerebral y un «scaner» con los que se descartaron daños cerebrales. Aparicio fue ingresado en la UCI del centro, se encuentra consciente y con las constantes vitales estables y sin haberse presentado complicaciones significativas.

Según los médicos, el torero responde con normalidad a los estímulos neurológicos y, como mínimo, deberá estar dos días más bajo vigilancia intensiva. Según el equipo médico, no tendría que haber complicaciones ni secuelas importantes, si bien el tiempo recuperación previsto sera largo.

Aparicio fue cogido por el primer toro de la tarde de la corrida del pasado viernes. Un astado del hierro de Juan Pedro Domecq.

En la enfermería de la plaza le intervino el doctor Máximo García Padrós de una «herida en región submandibular con una trayectoria ascendente que penetraba la cavidad bucal, que atravesó la lengua y alcanzó el paladar, con fractura del maxilar superior. Pronóstico muy grave».

Su apoderado, Simón Casas, quien a su vez es empresario de las plazas de toros de Valencia, Castelló, Alicante y Nimes, manifestaba: «Ha sido una cornada espantosa y de verdadera mala suerte, ya que el toro le ha derribado con los cuartos traseros y luego ha hecho por Julio, quien intentó hacerse el quite con la muleta. A pesar de todo, las consecuencias no han sido tan graves como en principio nos temíamos».

Julio Aparicio, quien cortó dos orejas el pasado jueves en Nimes, estaba anunciado de nuevo en Madrid el 4 de junio y en Alicante el 19, en la feria de Hogueras. Nacido en Sevilla el 4 de enero de 1969 e hijo del matador de toros del mismo nombre, debutó con picadores en Gandia en 1987 y tomó la alternativa en Sevilla en 1990 de manos de Curro Romero. En agosto de 2008 sufrió otra cornada en el cuello, aunque ésta de menor gravedad. Este año había toreado en Castelló y Valencia los días 11 y 18 de marzo.

Otras cogidas trágicas

No es la primera vez que en una plaza de toros se ven imágenes como las que se produjeron en Madrid. El espada valenciano Manuel Granero perdió la vida el 7 de mayo de 1922 en la plaza de toros de Madrid al recibir una cornada del toro Bailaor, de la Viuda de Ortega, que le entró por un ojo destrozándole la masa encefálica en uno de los percances más escalofriantes que se recuerdan en una plaza de toros.

En 1944, Pepe Luis Vazquez sufría en la ciudad de Santander una de las llamadas cornadas de espejo, que le deformó parte de la cara. En 1991, el entonces novillero Luis de Pauloba sufrió una cornada en la boca en la plaza de Cuenca, de resultas de la cual le han quedado secuelas en la voz y más recientemente, al matador de toros Jesús Franco Cardeño un astado le destrozó el rostro al tratar de recibirlo a porta gayola en la plaza de toros de Sevilla, en unas imágenes que dieron la vuelta al mundo por su crudeza. Incluso en la plaza de toros de Valencia, El Fundi, en su época de novillero, fue herido de gravedad en la boca por un astado.

La alegría tras el espanto en la plaza

Julio Aparicio ya está fuera de peligro, después de la terrible cornada que sufrió toreando en Las Ventas, superados definitivamente los primeros momentos de pánico y desconcierto, ahora con la alegría y la esperanza de que todo podrá seguir siendo igual para él en la vida, como hombre y como torero. El dolor sigue ahí, pero ya ha desaparecido la sombra de la tragedia. Ése era el clima que se respiraba en el ambiente de su entorno ayer a mediodía, una vez que se supo que «la operación (la segunda, de madrugada y por espacio de casi seis horas) había ido bien», según los médicos. Aparicio está en la UCI del «12 de Octubre», consciente y manteniendo sus constantes vitales. Esa noticia al amanecer condensaba el optimismo y la ilusión frente a la zozobra de la madrugada. Y desde luego ha empezado ya la cuenta atrás de su mejoría. Lo contaba también a su mozo de espadas, Francisco José García «Niño de Las Ventas». «Hemos entrado a la UCI a verle su hermana Pilar y yo. No habla pero en su expresión nos ha transmitido tranquilidad. Está consciente y sereno. Los toreros, los grandes toreros son así», explicó. Entre los familiares, miembros de la cuadrilla, compañeros, amigos y partidarios, que siguen montando guardia en los aledaños del centro médico, uno de los comentarios más optimistas aludía a la frase de los doctores, de que «no habrá secuelas importantes, ni tienen por qué presentarse situaciones críticas». Pero sigue la cautela, por ejemplo, cuando se habla de la rehabilitación, «que necesariamente habrá de ser larga», también según los médicos. Aunque lo importante es poder volver siempre al comentario central: «Su vida no corre peligro». Porque se temió lo peor. Ahora hay que tener en cuenta también eso que nadie quiso plantearse en un principio, si el pitón va unos centímetros más allá.