Unas fotos publicadas por la revista Diez Minutos, en las que aparece la Princesa de Asturias en animada charla con Isabel Sartorius, han devuelto a la hija del Marqués de Mariño al primer plano de la actualidad, después de años de silencio y de una vida sumamente discreta, dedicada al diseño de bolsos y al cuidado de su hija Mencía. Una preciosa adolescente, fruto de su relación con Javier Soto, con el que no se casó pese a que anunciaron fecha de boda, por razones que sólo ellos conocen.

El mayor problema de Isabel desde que conoció al Príncipe Felipe fue ese papel de «novia eterna» que algunos le adjudicaron y que le pesa como una losa a la hora de iniciar nuevas relaciones sentimentales. Aparecer el resto de tu vida como la novia que fuiste del hombre designado para ocupar el trono de España no debe ser nada grato, ni para ella ni para los que han compartido su vida desde entonces. Eso, sin hablar de los comentarios maliciosos que se han hecho sobre su maternidad, por más que tanto Javier como Isabel sepan con certeza que Mencia es hija de Javier Soto, hoy felizmente casado con Maria Chavarri.

Que los focos vuelvan a poner en el punto de mira a Isabel Sartorius es lo que menos esperaba. De lo contrario, tanto ella como la Princesa de Asturias habrían buscado un lugar más discreto donde encontrarse, alejado de la curiosidad de los paparazzis, y donde poder compartir unas horas de ocio y risas. Qué no se ocultaran en Zarzuela o en casa de amigos comunes es la mejor prueba de que nada temían, pero claro esa es la lectura sensata, que nada tiene que ver con los comentarios altisonantes que se hacen en determinadas tertulias, ansiosos por buscar tres pies al gato.

De la generosidad y la buena fe de Isabel Sartorius da muestra el afecto que le profesa a Letizia, el respeto que siempre tuvo por Eva Sanum cuando la noruega estuvo a punto de convertirse en futura reina de España.

Amiga de sus amigos, Isabel se mueve en el círculo más intimo de los Príncipes de Asturias, de ahí que no me extrañe que al conocerla Letizia se haya encariñado de ella. La conozco y sé lo fácil que es intimar con una mujer que si de algo peca es de ingenuidad, quizá por eso ha recibido tantos palos de la vida, por más que ella no pierda nunca la sonrisa y las ganas de luchar por su felicidad. De ahí, lo mucho que está padeciendo en estos momentos, ya que se considera culpable del revuelo que se ha organizado. Una culpabilidad absurda pues poco podían saber ninguna de las dos protagonistas de esta historia que alguien, no se sabe muy bien quién, les estaba fotografiando mientras ellas departían de sus cosas.

Ahora sólo le queda tranquilizarse, incluso utilizar los medios de comunicación que tiene a su alcance para acallar a quienes no dudan en culparla de todos los males de la tierra. Aunque conociéndola sé que de su boca no saldrá jamás una frase que pueda ser malinterpretada y ponga en riesgo su relación con el Príncipe Felipe y su esposa.