domingo miss ¿qué?

Qué malas son algunas. Apenas termina el concurso de Miss España y se ciñe Miss Teruel la banda —la corona nunca ciñe, ¿nadie piensa diseñar alguna vez una tiara que ajuste y no se caiga?— y saltan las listas alternativas. Que si Miss Fea 2010, que si Miss Cayo Malayo (malayos son otros, de eso hablo luego)... que si Miss Tongo. Ya la cosa venía cargadita. Durante todo el verano la mamá de una primera dama clama justicia porque su niña no opta a la gloria por culpa de Sevilla. Las mises se refieren la una a la otra así, por la ciudad que representan. Sevilla es Jessica Bueno, ex algo de Feliciano López, carne de revista. Jessica llega como favorita. Pero nada. Queda justo la cuarta. Cutrescándalo que graban un par de cámaras. Porque la gala no se televisa. También da plantón la Miss saliente, Estíbaliz Pereira. ¿Y quién le dará la corona a Paula Guilló? Pues nada, se echa mano de archivo y sale al quite Miss España 1964, María José Ulla. ¿No había otra más reciente? Se preguntarán dónde estaba Estíbaliz. Pues estaba en su casa coruñesa, con su familia y su novio y sus libros. Va a volver a sus estudios de empresariales y no quiere saber nada de concursos de belleza, portadas y fotos. Y es que ella también se llevó lo suyo. La encargada de calentar su edición fue ni más ni menos que miss Ourense 2009, pornostar y novia de Dinio para más señas. Así ya se comprende a Estíbaliz, la pobre.

lunes malayos

La anécdota es real. Ellos no son chorizos, sino malayos. Durante la vista uno de los acusados, un abogado, presumía de que hay imputados e imputados: «Mis amigos me llaman y me dicen: mira internet, eres un malayo». ¿Por qué malayos? Si se van a la RAE leerán «individuo de piel muy morena, cabellos lisos, nariz aplastada y ojos grandes, perteneciente a un pueblo que habita en la península de Malaca, de donde se le cree oriundo, en las islas de la Sonda, y en otras áreas cercanas». Pero luego está la gota malaya, método de tortura lento y retorcido. Quizá más cruel que aquellas a las que cantaba Javier Krahe, que entre empalamiento, lapidamiento, inmersión, crucifixión, desuello o descuartizamiento prefería, ay, la hoguera. ¿Por qué Malaya?¿Porque era ideal para los más «duros», los que son como rocas? (por José Antonio Roca, ¿lo pillan?) ¿O por Marbella y los marbellíes que durante tantos años soportaron ese goteo de billetes a la fuga? Ni cachulis, ni chaneles, ni sandokanes. Malayos.

martes bolos principescos

Leo en Vanitatis que España es destino de moda entre celebrities, jefes de Estado y monarquías europeas. Será verdad. Porque Alberto de Mónaco, el ya pronto ex príncipe solterón, se ha venido a ver cuevas santanderinas y el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, le ha regalado unas anchoas. Alberto (los genes glamourosos de Grace Kelly no le llegaron) luce barriga pero honra la memoria de su tatarabuelo. Otro príncipe monegasco, Alberto I, que ejercía de mecenas de arqueólogos. Aunque seguro les ha invitado a la boda con Charlene Wittstock, ningún pariente (apuesto que, aunque lejanos, lo son; todos lo son) de la Casa Real Española le recibió. Pero es que venía en plan privado. No es el único príncipe viajero. Federico y Mary de Dinamarca andan por Alemania. Victoria de Suecia y su debutante esposo (como futuro regente, no como esposo) en Francia. Victoria y Carla. Duelo de estilos. Hay quien dice que ganó la princesa. Yo, siempre Bruni.

miércoles

«Huelga» en la casa real (oficio de rey)

Yo no sé de qué se sorprenden algunas. La Casa Real hace huelga. Entiéndase, deja a cero la agenda oficial de actos. Pero si Letizia lo ha dicho por activa y por pasiva: «No echo de menos mi profesión de periodista. Estoy muy contenta con mi trabajo actual». El de princesa. Jaime Peñafiel lo ha sostenido toda la vida (no de Letizia, ¡por fa!), de Sofía: que es toda una profesional. Del reinazgo conyugal. De todos modos, hay trabajos y trabajos. Que es algo que deslizó Laureano Molins, el cirujano que operó al rey Juan Carlos, aquel día de la intervención. En medio de semejante momento de Estado el comentario pudo pasar desapercibido y tampoco se lo tuvieron en cuenta, porque Molins es un médico prestigioso y simpaticote y que se desenvuelve con soltura mediática. Y acababa de tener en sus manos la vida del monarca. Pero soltó por aquella boca lo que muchos piensan y callan, por educación o por fidelidad monárquica o juancarlista, a saber: que podría volver a sus cosas en un par de semanas, porque sus cosas tampoco son como las de «un cargador de muelles». Un cargador en un día cualquiera, un día sin huelga.

jueves yo por mi partido ma-to

«Creo que la señora Esteban, como cualquier español, tiene derecho de sufragio activo y pasivo». La señora Esteban, por si no la conocen como tal, es Belén Esteban. El derecho, el de votar y el de presentarse a presidenta del Gobierno incluso. Lo dice, solemne como solo ella sabe, Soraya Sáenz de Santamaría. Tantas ganas debe tener el pepé de desalojar a zetapé de la Moncloa que, si hace falta, se jalea al fenómeno mediático-catódico-sociológico. Y si las encuestas dicen que la copresentadora sería la tercera fuerza más votada, dentro y fuera del plató, pues lo que haga falta, oiga. Yo, de Rajoy, me echaría a temblar.

viernes chóferes

Anuncio en internet: «Se ofrece chófer con mucha experiencia en directivos y famosos, buena presencia, educado y discreto». ¿Discreto? Pues vale su peso en oro. Porque pasen y vean. El chófer es lo último en figuras estelares y fugaces y lenguaraces de la televisión rosa. El it boy, ahora, es Foski, chófer de la Pantoja y posteriormente de Julián Muñoz y pareja de Pepi, otra ex empleada. Este Foski maneja los hilos de la trama Pantoja-Muñoz como nadie. Pero es que el chófer de Jesulín también cuenta, previo pago, las intimidades conyugales de su señor. Y el de Isaac, alias Caballito de Mar, ex novio de Falete (¿Caballito de Mar tiene quien le conduzca?, hoy en día cualquiera tiene chófer) las miserias del suyo. Ya no quedan choferesas negras y elegantes como la que condujo a Cela por la Alcarria o chóferes como Ambrosio, aquel que abastecía a Isabel Preysler con bombones Ferrero Rocher para que se rozara sus trabajados labios. Si acaso Wilson, el hombre que lleva de aquí para allá a Carmen Lomana «no-necesito-el-metro-para-nada».

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