Estar mucho tiempo en clase no garantiza mejores notas. En ocasiones, sucede justo al contrario. El número de horas lectivas de un alumno español de ocho años —en mitad de la Primaria— es de 833 por curso, y las de uno de 15 años, al final de Secundaria, llegan a 979. En Primaria, un escolar recibe hasta 264 horas más de clase que uno de Finlandia, y 237 más que otro de Alemania, pero los resultados académicos del informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) —con notas de 2006— son en estos dos países mejores que en España. La C. Valenciana, junto a Extremadura y Castilla La Mancha, no participa en este estudio sobre los sistemas educativos de los países miembros de la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico). Los datos de horas lectivas obligatorias en el ámbito de la OCDE están incluidos en el informe sobre el Panorama de la Educación 2010.

Japón es otro caso a tener en cuenta, porque con muy escasas horas lectivas por curso escolar (709 de media), sus resultados en el informe lo situaron en el sexto puesto del ranking, en lo que respecta a competencia en Ciencias.

Es el caso más sorprendente. Finlandia es el país europeo con menor número de horas y es el país del mundo con mejores resultados. Suecia es otro ejemplo a seguir, porque con casi cien horas menos que España se ha situado en el décimo puesto mundial.

Los cinco países de la OCDE —entre los grandes del club— con menor número de horas lectivas por curso tienen mejores resultados en comprensión lectora que España (Finlandia saca a España 90 puntos sobre un baremo de 500).

En Matemáticas sucede algo parecido. Los cuatro países con menos horas de clase (Finlandia, Alemania, Noruega y Japón) se sitúan por encima de España, que ocupa un lamentable puesto 35, junto a Italia y Grecia. Hay países donde los alumnos casi viven en los centros , como en Italia: casi 900 horas por curso y en la cola de los países europeos.

Un niño de Primaria cursa en España, como media, 68 horas más de clase que la media de la UE (19 países, antes de la última ampliación) y 74 horas más que los de la OCDE. En Secundaria, las diferencias van desde las 77 a las 93 horas.

En España hay un calendario vacacional muy amplio: Navidades, Semana Santa, a veces hasta Semana Blanca, más las vacaciones estivales, que comienzan en junio y no acaban hasta principios o mediados de septiembre (depende del año y de la administración), cuando casi toda Europa lleva ya unas semanas de clase. Si con más vacaciones hay más horas lectivas, es preciso interpretarlo como la consecuencia de unas jornadas «laborales» excesivas para los niños. Dentro del club de los 42 de la OCDE, entre los fijos (ahí está España) y los adheridos, hay excepciones a la regla, y muy a su pesar. México y Brasil tienen pocas horas de clase, 800 como media por curso en Primaria, pero sus resultados son catastróficos (y aun así, en casi todas las estadísticas de PISA son los países iberoamericanos que salen mejor parados, por encima de Argentina).

Grecia también se sale de la norma porque con pocas horas (181 menos que en España en la ESO) está por debajo de nuestro país en casi todas las estadísticas.

Una de las conclusiones que se pueden extrapolar de estos resultados es que se le saca poco partido a las clases. Un niño en España que entra a las ocho de la mañana sale del colegio a las dos de la tarde, en el mejor de los casos, si tiene jornada continua. Seis horas lectivas continuadas rebasan con mucho el umbral de atención.

Cientos de escolares valencianos —por necesidades familiares— entran en sus colegios a las ocho de la mañana y en muchos casos no salen hasta las cinco de la tarde, con el tiempo justo para llegar a casa a hacer los deberes.