La mujer de 26 años hallada muerta junto a los cadáveres de dos menores, que seguramente pertenezcan a sus dos hijos, en un piso de la calle Reial de Tarragona llevaba meses separada de su pareja, con la que ya no convivía después de un episodio de malos tratos, y que se ha convertido en el principal sospechoso del crimen.

Según han explicado a Europa Press fuentes cercanas al caso, entre la pareja han habido varios casos de violencia y de hecho al marido se le había detenido en varias ocasiones.

Los Mossos d'Esquadra están buscándole ya que el hombre está huido y se sospecha que podría haberse marchado hacia Marruecos, de donde es originario.

Según los conocidos del hombre, "lo más probable es que se haya marchado a Tánger, porque es de allí". "No sé que va a decir cuando le pregunten por su mujer y sus hijos", ha añadido uno de sus vecinos.

Algunos vecinos han asegurado a Europa Press que, tras la ruptura familiar, el hombre -bastante conocido en el barrio por su cojera y por una grave quemadura en el brazo- ha padecido trastornos psicológicos e incluso ha sido ingresado en dos ocasiones en el hospital psiquiátrico Pere Mata de Reus.

"Estaba muy mal, a veces estábamos en grupo, y se ponía a hablar solo, a gritos", ha comentado un joven que reparaba habitualmente la furgoneta gris que el huido utilizaba para trabajar en el mercadillo de la Catedral.

Según han informado a Europa Press fuentes conocedoras de la investigación, los cadáveres de la mujer magrebí y los dos niños -de unos cinco y dos años- fueron hallados en la bañera recubiertos en cal viva o yeso, presuntamente para ganar tiempo en la fuga.

"Es una noticia tremenda que nos ha cogido a todos por sorpresa; y lo de los niños es horrible, los llevaban al colegio Pau Delclòs, como el mío, de seis años. A veces jugaban juntos en la Plaça dels Carros; él era correcto y educado en el trato, pero un poco introvertido, aquí venía lo justo, se tomaba un cortado y se iba", ha explicado un vecino.

Herminia, la propietaria de un bar cercano, asegura que saludaba habitualmente a las víctimas, pero no conocía al marido. "Ella pasaba con el carrito de la niña, y con el niño al lado; era una buena mujer", ha manifestado.

Según los testimonios recogidos sobre el terreno, la última vez que se vio a la mujer fue el martes, y en los últimos días dos familias marroquíes que viven en el mismo inmueble habían detectado un olor "muy extraño, como a gas", ha recordado la dueña de la panadería ubicada justo en frente.