Un estudio científico ha determinado que si uno está enamorado nota menos el dolor. Acabáramos. Eso ya lo sabíamos. Y si no, no hay más que fijarse en lo de mi amiga Luisa.

Llevamos meses oyéndola quejarse de sus dolores de espalda, su cistitis y los rumorcillos que se notaba en las rodillas en los días húmedos y, de golpe, anda más sana que una manzana y no se queja ni aunque la pisen.

No ha dicho nada, pero sabemos que se ha echado un medio noviete, un dentista separado por el que bebe los vientos, y, claro, ¿qué le va a doler? Lo de que llevara tres años a pan y agua puede tener algo que ver en su euforia, dirán ustedes... Ya, pero es más que eso. Es el amor que, como todos sabemos, rejuvenece y cura todos los males. Mejor que las aspirinas.

Lo ha demostrado un científico de la Universidad de Stanford que, después de hacer un experimento con estudiantes universitarios, ha concluido que los que están enamorados perciben mucho menos los estímulos dolorosos que los que no lo están. Además, hay pruebas muy curiosas.

Así, por ejemplo, si te pellizcan mientras miras una foto de él o de ella, te duele menos que si estás mirando... yo qué sé... una foto de tu jefe. Ya podían habérmelo contado el día en que, recién ennoviada, me clavé un erizo en la planta del pie y pasé las de caín más sola que la una. Con lo poco que me hubiera costado sacar del bolso la imagen esa del fotomatón en la que, aún haciendo el ganso, lo podía ver por cuadruplicado.

Y es que, por lo visto, las áreas del celebro que se activan con un intenso amor son las mismas a las que se dirigen los fármacos para aliviar el dolor. ¿Que te duele la muela? te vas a ver al mozo, y listo.

Eso sí, para sentir todos los efectos analgésicos del amor hay que estar en esa fase en la que sólo se piensa en la persona amada, en la que sólo se oye Kiss efeeme y en la que uno está dispuesto a tragarse con una sonrisa una peli sueca en blanco y negro y subtitulada si el otro lo propone. Una fase que viene a durar, según el del estudio, como mucho nueve meses. Vaya, que si no eres muy rápida, no te da ni para aliviarte el parto.

Nueve meses... y el resto de la vida de pareja ¿qué? ¿A inflarnos a paracetamol? Además, ¿dónde está aquello del amor para toda la vida? ¿No existe? No digo yo que mientan, pero, después de lo del estudio científico éste, quienes presumen de estar tan enamorados de su pareja como el primer día, a ver cómo justifican que no quieren ir al teatro por un dolor de estómago o que no van a comer a casa de la suegra por una subida de oídos.

Por no hablar de lo del tan manido dolor de cabeza antes de apagar la luz... Y a ver cómo te lo crees luego cuando te diga que te quiere.