El pasado domingo, el príncipe Felipe cumplía 43 años. Ese mismo día, pero de hace 25 años, coincidiendo con su mayoría de edad, el heredero de la Corona juró acatar la Constitución. Varios medios contaron que, días antes, durante una reunión en la Zarzuela, el Príncipe de Asturias apareció en la sala y dijo a los periodistas presentes que se siente "perfectamente preparado para asumir la Corona". Aunque, a renglón seguido, añadió que no tiene "ninguna prisa".

Al alcanzarse la efeméride el pasado domingo -la discreta celebración se trasladó a ayer, un almuerzo de los príncipes con los representantes parlamentarios- la Casa del Rey incidió en el siguiente mensaje: el delfín está listo, pero tendrá que esperar, porque no hay ninguna operación de abdicación en marcha. Pero si esto es así, y resulta además una obviedad, ¿por qué la insistencia en esta idea? ¿por qué el propio Don Juan Carlos se "hizo fuerte" en su tradicional mensaje navideño? ¿por qué en las librerías conviven títulos como Los Príncipes. Preparados para reinar (Carmen Enríquez y Emilio Oliva) y El rey no abdica (Jaime Peñafiel)?

La intervención quirúrgica del Rey, unido al hecho de que Felipe ha ido asumiendo nuevas funciones y cada vez de mayor relevancia han alimentado especulaciones de todo tipo sobre la sucesión. Alimentadas, entre otras cosas, por un comentario del Rey en conversación informal con periodistas en la recepción del 12 de octubre en el Palacio Real, donde bromeó sugiriendo que tenía ganas de que el Príncipe le diera el relevo porque "35 años de reinado son muchos". Pero además está la evidente campaña de imagen. Cuando Franco pactó con el conde de Barcelona educar a su hijo en España se puso en marcha la denominada Operación Príncipe. Es posible que se haya impulsado una estrategia similar para que los españoles acepten a su futuro rey. La pregunta es ¿con qué horizonte temporal?

En Zarzuela reconocen que la actividad institucional del heredero ha adquirido en los últimos años "velocidad de crucero", en particular desde su matrimonio en 2004 con Letizia Ortiz y el nacimiento de sus hijas. Letizia marca, indudablemente, un antes y un después en la imagen pública del príncipe. Unos piensan que negativa, otros que positiva. Isidre Cunill (Una republicana en la corte de Juan Carlos I) fue el primero en bautizarla como caballo de Troya. El suplemento del periódico italiano La República la comparó con Diana de Gales. En cambio, un reciente sondeo de Sigma Dos para La Otra Crónica de El Mundo coronaba a la princesa. El 67,1% de los encuestados opina que Letizia está preparada para ocupar el puesto de la Reina; el 55,5% cree que ha popularizado y fortalecido la Monarquía y el 60% entiende que la ha acercado al pueblo.

El cronista de casas reales y autor de El rey no abdica, Jaime Peñafiel, sostenía recientemente en una entrevista en televisión que existe una "camarilla" interesada en precipitar la salida del trono del monarca para aupar al hijo.

El príncipe de la democracia

Tras la restauración monárquica orquestada por el dictador - y tras un paréntesis republicano- hay quien no tiene tan claro que el sistema esté totalmente cimentado. Es habitual escuchar el comentario de que España no es monárquica, sino juancarlista. ¿Conllevará algún riesgo la transición? La mayoría de expertos coinciden en que no, aunque dudan de que el príncipe mantenga el nivel de respeto y popularidad alcanzado por su padre. Felipe de Borbón, si lo es y cuando lo sea, será un rey diferente. Sus circunstancias lo son. Prácticamente toda su vida la ha vivido en democracia (tenía siete años cuando murió Franco), es titulado universitario y se ha casado con una plebeya. En todo eso es pionero.

Mayoría de edad y jura de la Constitución

Los Príncipes de Asturias acudieron ayer al Congreso para compartir un almuerzo con los miembros de la Mesa de la Cámara y con los portavoces parlamentarios y conmemorar así el XXV aniversario de la jura de la Constitución ante las Cortes de don Felipe como heredero de la Corona. Una celebración muy discreta pero pública. El presidente del Congreso, José Bono, los recibió en el patio de Floridablanca y después les acompañó al salón de Pasos Perdidos para saludar a los responsables de la Mesa y a los portavoces. Todos juntos posaron ante las cámaras minutos más tarde en el hemiciclo. efe madrid