Ha sido una de las cuestiones más debatidas durante décadas por parte de escrituristas y teólogos: ¿qué día de la semana se reunió Jesús de Nazaret con sus discípulos para celebrar una cena de despedida, ya que temía que las autoridades del templo de Jerusalén estaban a punto de actuar contra él? La datación exacta de la Última Cena no es un asunto baladí, pues de ella se derivan otras cuestiones esenciales para el cristianismo como si celebró Jesús una cena pascual judía u otro tipo de encuentro.

Los motivos de estas dudas se basan en las discrepancias entre los Evangelios. Los sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) dan a entender que Jesús y sus compañeros se reunieron en una cena pascual judía la noche del jueves. Sin embargo, el cuarto Evangelio, el de Juan, ofrece datos para datar el encuentro, no en la víspera de la gran festividad judía, sino un día antes. La tradición cristiana desde hace casi dos mil años ha fijado el Jueves Santo como fecha de la cena pascual de Jesús, pero ahora no sería considerada tan pascual, es decir, tan judía, como dieron a entender Marcos, Mateo y Lucas. En medio de esta controversia ha terciado finalmente el Papa Benedicto XVI en su reciente libro Jesús de Nazaret. Desde la entrada en Jerusalén hasta la Resurrección. Benedicto XVI se inclina por el calendario propuesto por Juan.

Benedicto XVI expone que Marcos cuenta que "el primer día de los ácimos le preguntaron los discípulos a Jesús dónde celebrar la cena de Pascua". Ese primer día es la jornada judía en la que se inmolaban los corderos pascuales, es decir, el jueves. Por tanto, el prendimiento, el proceso y la crucifixión de Jesús se iban a producir el viernes. Pero, pregunta Benedicto XVI: ¿cómo pudo suceder durante el día del año más importante para los judíos? Esta duda es la que hace sospechar que los sinópticos contienen algún error. Benedicto XVI cita los datos aportados por Juan. El evangelista no dice que la última cena de Jesús haya sido una cena pascual. El dato esencial para no incurrir en dicha afirmación es que las autoridades no entran en el pretorio de Pilatos para asistir al juicio de Jesús, ya que ello hubiera sido motivo de impureza y obstáculo para celebrar la cena pascual. Esto es, que Jesús fue juzgado la víspera de la principal festividad judía, que caía en sábado.

Benedicto XVI confirma que si Jesús muere en esa víspera, lo hace a la vez que los corderos están siendo sacrificados. El Pontífice asegura seguir la obra de John P. Meier, cuyo libro Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico es considerado como una de las mejores obras sobre el Nuevo Testamento. Meier reconstruye la que juzga como cronología mas correcta. "El año 30 después de Cristo, encontrándose Jesús en Jerusalén con ocasión de la fiesta de Pascua, al parecer sintió que la hostilidad entre las autoridades del Templo de Jerusalén y él mismo estaba llegando a un punto crítico". A continuación, "celebró una solemne cena de despedida con su círculo de discípulos más íntimo, en la noche del jueves 6 de abril, según nuestros modernos cálculos, que era el comienzo del día 14 de nisán, día de preparación para la Pascua".

Ese jueves no es la víspera inmediata de la Pascua judía, sino la jornada anterior. Después, Jesús fue "arrestado en la noche del 6 al 7 de abril y luego puesto a disposición de Pilatos la mañana del viernes 7 de abril. Pilatos le condenó a muerte por crucifixión. Tras azotes y escarnios, Jesús fue crucificado aquel mismo día. Murió en el atardecer del viernes 7 de abril del año 30", prosigue Meier.

Así, Benedicto XVI afirma que "en el momento del proceso de Jesús ante Pilato las autoridades judías aún no habían comido la Pascua, y por eso debían mantenerse todavía puras". El Pontífice asegura que "la crucifixión no tuvo lugar el día de la fiesta, sino la víspera. Esto significa que Jesús murió a la hora en que se sacrificaban en el templo los corderos pascuales". Aplicando la lógica, "Jesús era consciente de su muerte inminente y sabía que ya no podría comer la Pascua". En vista de ello, "invita a los suyos a una Última Cena particular, que no obedecía a ningún rito", agrega Benedicto XVI. Esta perspectiva en el análisis del Jesús histórico choca con los que sostienen que Jesús no tenía previsto instituir ningún nuevo rito. Benedicto XVI adopta una visión mixta, aunque muy católica y doctrinal: Jesús celebró "su despedida, en la cual daba algo nuevo, se entregaba a sí mismo como el verdadero Cordero, instituyendo así su Pascua".

En consecuencia, "la esencia de esta cena no era la antigua Pascua, sino la novedad que Jesús ha realizado en este contexto. Se ha puesto de relieve su conexión interna con la muerte y resurrección de Jesús: era la Pascua de Jesús", concluye el Pontífice.

Jesús pudo morir con 34 o 39 años

El escriturista John P. Meyer asegura en su libro "Un judío marginal" que Jesús tenía en el momento del proceso y crucifixión "unos treinta y seis años", pero otros escrituristas sostienen que la fiesta de Pascua cayó en sábado 7 de abril del año 30 y el 3 de abril del año 33. En este último caso, Jesús habría muerto a los 39 años, pues es asunto admitido generalmente que había nacido unos años antes de la fecha señalada después como origen de los tiempos cristianos. Así, en la misma obra, Meier expone que "Jesús de Nazaret nació -lo más probablemente en Nazaret, no en Belén-, hacia el año 7 o 6 antes de Cristo, unos años antes de la muerte del rey Herodes el Grande (año 4 antes de Cristo). Después de crecer sin sucesos destacables en el seno de una devota familia judía rural radicada en la Baja Galilea, se sintió atraído hacia el movimiento de Juan Bautista, que había iniciado su ministerio en la región del valle del Jordán hacia finales del año 27 o comienzos del 28 después de Cristo".

Según John P. Meier, Jesús inició su "ministerio público en la primera parte del año 28, cuando tenía unos treinta y tres o treinta cuatro años de edad, y regularmente alternó su actividad entre su Galilea natal y Jerusalén (incluida la zona circundante de Judea)". j. m. valencia