El título lo ha sacado de una «soleá».

Es una copla muy antigua, estoy seguro de que es una letra que hizo una persona analfabeta, pero qué sutileza para decir me estás engañando y te he pillado. Todas las letras que utilizo, la gran mayoría, las he sacado de cantes muy antiguos, del primer cancionero flamenco que hizo Demófilo, el padre de los Machado.

Como es normal en usted hay humor, pero también tragedia.

Es que la vida es así. Tiene momentos divertidos, momentos tristes, momentos duros.

Y el retrato de una España que está desapareciendo.

Claro, eso es, efectivamente.

¿En parte por culpa de la especulación urbanística?

Es una manera de vivir que se está perdiendo, dando los últimos estertores. El Mirabrás, el tablao, es esa casita blanca, el último resto de un pasado. En Valencia de especulación inmobiliaria sabéis un poquito. En Madrid tampoco andamos mal.

Trata el mundo gitano y su relación con los payos. ¿Sigue habiendo barreras?

Así es. Yo he vivido con gitanos, en Carabanchel. En Andalucía es diferente, están más integrados, pero en Madrid son mundos paralelos. Es muy difícil ver una pareja mixta. Y lo entiendo, porque la única manera que tienen las minorías de persistir es cerrándose.

Rinde homenaje a Juanito Valderrama y a Lorente, con cuya muerte coincidió la finalización del libro.

Me dio muchísima pena. A Juan Valderrama le conocí hace muchísimos años. Yo le admiraba mucho porque era un grandísimo aficionado, sabía mucho del cante. Otra cosa es que te guste la voz o la manera de cantar que tenía, eran unas voces que dejaron de estar de moda.

¿De dónde le viene a usted esa pasión por el flamenco?

No sé, mi madre cantaba copla, mi abuelo tocaba la guitarra y cantaba por Marchena. Pero no creo que eso fuera definitivo. Yo empecé a escuchar flamenco muy jovencito.

Y ahora el flamenco es patrimonio inmaterial de la humanidad y usted además lo utiliza con fines solidarios.

Sí. Tengo un festival, Flamenco pa tós. Lo que pasa es que ese año no tengo patrocinadores.

Son malos tiempos.

Pero luego ves dónde se gastan el dinero. o cómo se reparten los fondos los jetas que nos han metido en esto. Se ríen en nuestra cara con lo que nos han robado. Olvidamos que lo público es de todos.

¿Nos dejamos hacer?

Somos una sociedad patética. No sé qué tiene que pasar para que salgamos a la calle. Con la que está cayendo, tendríamos que estar todo el día. Es impresentable. La sociedad está absolutamente aborregada.