Dos preservativos de 1814, hechos con piel de cerdo, fueron encontrados en el Archivo Nacional de la Nobleza del Ministerio de Cultura en Toledo. Los condones aparecieron juntos en un sobre, escondido entre las cuentas de administración que remitía el administrador del Señorío al Duque de Bejar. Arantxa Lafuente, directora de dicho archivo, mencionó que aparentemente uno de los condones es nuevo, mientras que el segundo parece que fue utilizado.

Ya en el año 2008, La Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca mostró en una de sus vitrinas un preservativo hallado en el interior de un libro de Medicina del siglo XVI. Se trataba de un condón elaborado con tripa natural de cerdo, que lleva en su extremo una cinta de color azul que servía para ajustarlo al miembro viril. Estos profiláctivos, se encontraron "perfectamente envueltos" en una hoja de periódico de 1857 que a su vez estaba en el interior de un manual de Medicina de siglo XVI.

Aunque estos parezcan muy antiguos, hay evidencias del uso de preservativos entre los romanos y los egipcios. La invención oficial se atribuye al anatomista y cirujano italiano Grabiele Fallopio, el mismo que describió los canales que conducen del ovario al útero, y que hoy conocemos como las trompas de Fallopio, en el siglo XVI. Un siglo después, el conde de Condom, médico personal del rey Carlos II de Inglaterra, perfeccionó el preservativo de Fallopio, utilizando como materia prima el intestino de cordero estirado.