Aunque aparentemente resulte contradictorio, es posible emplear el calor del Sol para producir frío. Los avances técnicos para buscar fuentes energéticas limpias han permitido desarrollar métodos para aplicar el denominado "frío solar": un sistema de refrigeración que aprovecha las propiedades termodinámicas de algunos materiales para lograr bajas temperaturas mediante el suministro de energía procedente de nuestra estrella. ¿Cómo puede aprovecharse el calor del Sol para lograr frío? Para entender el proceso se necesita una pequeña explicación física.

Una propiedad termodinámica básica establece que para refrigerar cualquier material es necesario extraer calor de él y trasladarlo a su entorno. Los refrigeradores que utilizamos en nuestra vida diaria funcionan de ese modo y requiere del aporte extra de energía, normalmente electricidad.

El funcionamiento se basa en los principios básicos de la termodinámica y en los procesos de intercambio de calor que se producen cuando ciertos materiales sufren cambios de presión o de estado. Un fluido refrigerante es sometido a distintos cambios de presión, temperatura y estado (líquido y gaseoso) para, así, lograr absorber calor de unas zonas y pasarlo a otras. De este modo, la nevera doméstica logra enfriar su interior a costa de calentar el resto de la estancia. ¿Cómo lo hace? El refrigerante circula por un circuito cerrado que discurre por el espacio que se quiere enfriar y también por su exterior, que acabará calentado. Un compresor recibe ese refrigerante en estado gaseoso y aumenta la presión sobre él, aportando así energía al proceso. A elevada presión, el refrigerante pasa a un condensador. En él, el gas refrigerante se condensa, se hace líquido, con lo cual cede calor. Ese compresor se encuentra en el exterior del espacio que desea enfriarse, de modo que ese calor eleva la temperatura.

Posteriormente, el refrigerante pasa a una cámara de expansión. Allí se reduce la presión lo que hace que la temperatura del fluido baje de forma drástica. El refrigerante, entonces, a baja temperatura, pasa por el denominado evaporador, donde absorbe calor del espacio que desea refrigerarse. En ese proceso, el fluido refrigerante cambia a estado gaseoso antes de llegar nuevamente al compresor.

Existe otra forma de llevar a cabo el ciclo. En él se aprovecha la capacidad de absorber calor que presenta cierta combinación de sustancias, como el agua y el bromuro de litio: es la denominada refrigeración por absorción. Este aparente ciclo sin fin es posible gracias a la aportación de energía. En el caso de las neveras, proviene de un compresor. En el del "frío solar" es el calor del Sol.

El Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) lidera en España un proyecto que explora las fórmulas de abastecimiento energético óptimas de edificios, utilizando fuentes renovables. Una de las principales líneas de investigación es, justamente, el frío solar.