Arantxa Sánchez Vicario subió a la red. La jugadora dijo basta y en su libro de memorias denuncia que se siente engañada por sus padres y les pide cuentas de parte de la fortuna que ganó durante su carrera deportiva. El caso no es nuevo en el mundo del deporte, y mucho menos del espectáculo, donde las relaciones familiares son a veces un polvorín.

Sin salir de la cancha, Steffi Graf vio cómo su entorno más privado saltaba por los aires cuando su padre se lió con una corista y tuvo un hijo con ella. Dejó de ser la número uno, pero sus padres hicieron las paces y ella regresó al camino del triunfo. Su padre, Peter, volvió a las andadas y en 1997 fue condenado a tres años y nueve meses de cárcel por haber evadido al fisco alemán impuestos. El tribunal consideró como atenuantes el alcoholismo de Graf, su dependencia del consumo de medicamentos y su contribución para llevar a Steffi a la cima del tenis mundial.

Otra tenista, Mary Pierce, sufría los desmanes de su padre, Jim, que hacía la vida imposible a su hija en los entrenamientos. Tras golpear a un espectador, se prohibió su entrada en las canchas. La jugadora prescindió de sus servicios como entrenador y él la demandó exigiendo el 25% de las ganancias. No se acaban los casos de relaciones conflictivas entre padres e hijas tenistas: las Williams, Martina Hingis, Maria Sharapova, Aravane Rezai, Marion Bartoli, Justine Henin o Petra Kvitova.

Macaulay Culkin saltó a la fama gracias a su papel en Solo en casa, que le permitió amasar una fortuna. Su padre, un oscuro exactor llamado Kit Culkin, era su representante y administrador, y las malas lenguas le acusaban de dilapidar el dinero de su hijo. En 1995, los padres del actor iniciaron una disputa en los tribunales por quedarse con la custodia de su hijo (y de sus 17 millones de dólares). Ganó la madre. La vida de Culkin fue de mal en peor, con una detención incluso por posesión de marihuana. Se casó con 17 años y con 20 se divorció. Su amigo Michael Jackson también sabía lo que era aguantar un padre obsesionado con sacar provecho de su hijo. Joe Jackson lanzó a su prole al estrellato, pero sus métodos no eran precisamente cariñosos. Aunque él lo desmintió, fue acusado de dar palizas a Michael con un cable y un enchufe.

Madonna perdió a su madre con solo 5 años y quedó bajo la custodia de su padre, Silvio Ciccone, quien a los pocos años se casó con la niñera de su hija. La madrastra hizo la vida imposible a Madonna y ésta tardó mucho tiempo en perdonar a su padre. Su enfermedad volvió a unirlos. Las gemelas Mary-Kate y Ashley Olsen eran unas celebridades de la televisión norteamericana con sólo 9 años. La codicia de sus padres arruinó sus carreras y sus vidas. Se rumoreó, incluso, que recibían tratamientos para no crecer y seguir siendo una fábrica de dinero. Sus padres acabaron divorciándose.

Un caso tristemente célebre es el de Drew Barrymore. La pequeña de E.T. sufrió tanto en su infancia que con 14 años se desahogó en un libro llamando a su padre "alcohólico y yonqui". Drew sufría problemas con el alcohol a los 9 años, a los 10 fumaba marihuana y a los 12 era adicta a la cocaína.

Angelina Jolie y su padre, el actor Jon Voight, no se hablaron durante años. El alcoholismo de su padre, que golpeaba a su esposa con frecuencia, hacía del hogar de Charlize Theron un infierno. Un día, la madre de la actriz mató a su marido en defensa propia. Charlize lo vio todo. Lindsay Lohan vivió en un entorno familiar poco agradable. Su madre, Dina, llegó a ser su representante. Lindsay la acusó de ser la responsable de sus acciones peligrosas, y la despidió... para fichar a su padre.

Para terminar, Mozart. Su padre, Leopold, le robó la niñez para exhibirlo por toda Europa.