"Lo más difícil de ser padres es enseñar a nuestros hijos a vivir sin nosotros". La frase -rescatada de Historia del amor de Nicole Krauss por la escritora valenciana Carmen Amoraga en el prólogo de Peleamos o negociamos- asalta en forma de duda terrible el corazón de cualquier padre o madre con un hijo o hija adolescente. El libro de los psicólogos Silvio Gutman y Betina Lubochiner es fruto de unos talleres en los que ellos, los padres de hijos que han dejado de ser niños pero todavía no son adultos, se preguntaban angustiados ¿qué hago?

La adolescencia comienza alrededor de los onoce odoce años, culmina alrededor de los diecisiete o dieciocho, aunque puede prolongarse más. El adolescente sufre toda una revolución física, busca una nueva identidad, está confuso... Gutman y Lubochiner, partidarios de negociar en lugar de pelear, advierten que las reglas dejan de valer. "No es que opten por ir en contra de nuestras pautas sino que simplemente eligen por donde quieren ir, y somos nosotros -y no ellos- los que interpretamos que eso que hacen etá mal... Sin embargo, ellos no piensan así". Son los adultos, señalan los expertos, los que, como tales, deben adaptarse a los cambios. "Ahora nuestra función -siguen-es enseñarles cómo se es adulto". Los psicólogos aclaran que la influencia directa -niño, ponte esto, come esto, yo sé lo que es mejor para tí- queda enterrada con la infancia y hay que confiar en la influencia indirecta.

¿Cómo? Carmen Amoraga bosqueja en el prólogo una de las claves: el ejemplo. Gutman y Lubochiner añaden el bagaje: "Confiad en todo lo que le habéis dado a vuestro hijo en estos años".

Hay que tratarlos como adultos, aunque den muestras de inmadurez, mantener la serenidad frente a su "rebeldía", distinguir entre lo que nos afecta y lo que no, entre nuestra responsabilidad y la suya, y dejarlos decidir y equivocarse, aunque duela.