El día para la modelo valenciana Carla Denecker ha comenzado a las cinco de la mañana. Viaje en AVE a Madrid para protagonizar una sesión de belleza en una revista de moda. Doce horas después, ya está en el Ágora para dos "fitting" -prueba de vestuario- con los diseños que lucirá unas horas después. A sus 24 años, Carla ya tiene una larga trayectoria a sus espaldas, nada menos que diecinueve ediciones del certamen valenciano entre la antigua pasarela del Carmen y Valencia Fashion Week. Al principio, realizaba castings, pero ahora todos los diseñadores saben cómo trabaja y año tras año vuelve a desfilar para ellos.

El ritmo en el 'backstage' es frenético, el caos generalizado, y los gritos para llegar a tiempo son inevitables. Una vez decidida la ropa del desfile, en esta ocasión de Gabriel Seguí, Carla pasa al área de maquillaje y peluquería. Un séquito de estilistas de Revlon actúa sobre ella, a través de una pauta marcada por el diseñador, le confeccionan el peinado y la maquillan. Una persona está encargada de seguir y apuntar en una lista las modelos que ya han sido maquilladas y tienen que pasar a vestuario. También se fija en las modelos que ya han desfilado pero repiten en el siguiente pase, pues hay que cambiarles el peinado y el maquillaje. Cada pase tiene un código, una coherencia, una forma de ser que ha de respetarse para que las modelos al unísono compongan la colección propuesta por cada diseñador.

Una vez maquillada, peinada y vestida, quedan los últimos retoques antes de desfilar. Nuestra modelo recibe las últimas indicaciones de tiempo, ritmo y orden de salida. Aparenta estar muy tranquila, mientras algunas de sus compañeras destilan nervios pero mantienen la concentración, sobre todo para no caerse de los impresionantes tacones que portan. Tras el desfile, foto de familia con el diseñador, y vuelta a la actividad frenética a la espera del siguiente pase.

La mitad de las modelos de VFW son valencianas, mientras que la otra mitad son extranjeras. En este sentido, Carla Denecker preferiría que una mayor apuesta por las modelos españolas, pues aunque ella ya tiene su hueco, conoce a muchas compañeras que tienen que irse a desfilar a pasarelas como Milán o Nueva York. Desde su posición realiza un llamamiento al mundo de la moda para que apoyen a las modelos. Y a la Generalitat le pide que tenga "más en consideración con la moda, pues no tiene el mismo reconocimiento que pueda tener Madrid o Barcelona".