¿Lavar la ropa con sólo pulsar un botón? Hasta 1901, la mera idea resultaba una quimera. Pero ese año, cuando los fundadores de Miele fabricaron su primera lavadora, las cosas comenzaron a cambiar.

La legendaria "Meteor", una cuba de madera con un torniquete central que removía las prendas en el agua, constituyó una auténtica revolución a la hora de realizar la colada, pues suponía un gran alivio en el enorme trabajo físico que representaba por entonces esta tarea. Era sólo el primer paso en una historia que, a través de más de un siglo de innumerables soluciones técnicas, ha perfeccionado el cuidado de la ropa hasta límites nunca imaginados.

En un proceso continuo de mejora, en el que se fue pasando del trabajo manual a la fuerza eléctrica y de la madera al metal, la evolución de las lavadoras Miele está salpicada de hitos que marcaron, en cada ocasión, un antes y un después: en 1914, la primera lavadora con motor eléctrico, que generaba el movimiento rotatorio de las palas; a finales de los años 20, la máquina basculante, que agitaba la ropa en movimientos oscilantes; en los años 30, la cuba metálica y la carcasa esmaltada; en los años 50, las máquinas semiautomáticas y las llamadas "lavadoras rápidas". En 1956 llegó por fin otro momento clave: lavar la ropa y centrifugar en una misma máquina. Pocos años después de la introducción de la lavadora totalmente automática, Miele presentaba un modelo que incorporaba un mando único. Finalmente, en 1978, con la introducción de la electrónica sensible y los microprocesadores se llegó a una nueva y decisiva etapa, en la que no sólo se aportan soluciones para el perfecto cuidado de la ropa, sino que también se asegura la reducción del consumo de agua y de energía.

En los últimos años, innovaciones como el tambor Softtronic de panal de abeja, la función Update de actualización de programas o la tecnología SteamCare, que aprovecha las ventajas del vapor y reduce hasta en un 50% la necesidad de planchado, no hacen sino confirmar la historia de éxito de Miele, una historia de 111 años en el perfecto cuidado de la ropa, siempre al amparo de una filosofía que une pasado, presente y futuro: "Siempre Mejor".