Las mujeres romanas usaban una banda sobre el pecho pero el sujetador «moderno» nació de la mano de Howard Hughes y de los generosos senos de la actriz Jane Russell. El multimillonario productor encargó a un ingeniero aeronáutico que diseñara para ella esas prendas puntiagudas que el Hollywood de los años dorados consagró. Aunque la inventora oficial propietaria de la primera patente fue Mary Phelps Jacob, una dama de la alta sociedad estadounidense. Mary iba a acudir a una fiesta y el corsé le molestaba, así que ató dos pañuelos con lazos. Su padre, el inventor de la máquina de vapor, le aconsejó que lo registrara. Era noviembre de 1914. Por este motivo, Francesc Puertas, probablemente el mayor especialista de España en sostenes, defiende que el sujetador no es siquiera centenario.

Puertas, miembro de Sayfit un grupo interdisciplinario de investigación y divulgación de corsetería es autor del libro El sostén, mitos y leyendas y manual de uso y lleva años impartiendo conferencias. Ayer lo hizo en Alcoy. Francesc Puertas explicó a Levante-EMV que son muchísimas las leyendas y falsos mitos que rodean esta prenda. Su primera referencia histórica lo situaría en Creta 1.700 años antes de Cristo. Hace un par de años, los arqueólogos encontraron un sostén medieval. El experto apunta que entonces estaba vinculado al oficio más antiguo del mundo. El corsé se atribuye a Catalina de Médicis. Aquellos armazones metálicos llegaban a mover de sitio las vísceras de las sufridas cortesanas. Puertas narra en su libro cómo el Gobierno de Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial, pidió a las mujeres que los donaran para reutilizar los hilos de acero. Con ellos construyeron dos buques de guerra.

El sujetador cayó en desgracia con el movimiento hippy. En 1968, aprovechando la elección de Miss América, medio millar de feministas intentó montar una pira con esos «instrumentos de tortura». Ida Rosenthal, inventora del tallaje y la clasificación de las copas, auguró: «Cualquier mujer tiene derecho a vestirse o desvestirse. Aun así, llegados a los 35 años, la mujer no tiene una figura que pueda prescindir del sujetador. El tiempo está a mi favor».