Leer capítulo a capítulo las aventuras de Sira Quiroga, una modista madrileña de los años 30 que acaba de espía, o verla capítulo a capítulo en televisión en la piel de Adriana Ugarte rescató de la memoria patrones, máquinas Singer, bobinas de hilo y maniquíes. La novela de María Dueñas y la serie de Antena 3 han reavivado un interés por la costura que viene ya de antes, al calor o frío de la crisis económica y la necesidad de ahorro, pero también por la filosofía del háztelo tú mismo (Do it yourself) importada de Estados Unidos y el gusto por lo vintage y lo artesanal. Aquellos cursos de corte y confección, que parecían cosa de otros tiempos, han resurgido con fuerza en Valencia.

Centros como Tissora, en Abastos, o el Tiempo de costura de Esperanza Peña van a cambiarse de local para poder responder a la demanda creciente. Según Pablo Barbero, administrador de Tissora, el aumento de demanda comenzó con la crisis pero «este año se lleva la palma». «Es difícil apunta cuantificar la repercusión de estas series en nuevas matrículas, pero sí es posible que haya despertado en muchas el 99 % son mujeres la curiosidad por aprender a coser».

Patricia Rozalén, responsable de los talleres de costura de Parapente homemade, comenzó en 2010. En estos tres años, añade, la mayoría de la gente que se decidió a volver a coser lo hizo por la crisis, por ahorrarse los arreglos, porque sus madres y/o abuelas ya no pueden coger aguja e hilo o porque están en paro. Patricia apunta también motivos sentimentales la nostalgia del pasado, los recuerdos de la infancia. Para la responsable de los talleres de Parapenteestudio que sí ha detectado el aumento del mercado de máquinas de coser en internet o de segunda mano a raíz de El tiempo entre costuras este cambio es muy positivo para el sector textil en general, tan castigado por la fabricación china.

Esperanza Peña de Tiempo de costura asegura que «ya casi todo el mundo quiere hacer ropa». A las academias y talleres acuden personas que quieren coser en casa o como hobby pero también quien busca salidas profesionales. Es el caso de la escuela que tiene el Gremio de Sastres y Modistas de Valencia, uno de los más antiguos. Fran Tochena, maestro mayor del gremio, explica que allí la mayor afluencia es anterior al boom literario y televisivo y se explica por la calidad de la formación ofrecida. Además, en las clases de indumentaria valenciana muchos de los alumnos son falleros o miembros de algún grupo de folclore que quieren confeccionar su propio vestuario y en las de costura, Tochena ha detectado gente joven, poco acostumbrada a vestir este tipo de prendas, que «se está dando cuenta de que es un lujo poder hacer tu propio vestuario a medida y poder ir exclusiva en cada momento».

Aunque Adriana Ugarte aprendió a coser de niña (le enseñó su abuela), en algunos planos utilizó las manos de una doble para las labores de costura más complicadas. Finalizada la serie basada en la novela de Dueñas, toma el relevo Velvet, en la que Paula Echevarría encarna el papel de una costurera en unos grandes almacenes en los años 50.