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Lugares con pasado

Lo clásico está de moda

Parte de la hostelería y el comercio mantiene sus locales fieles a como eran originalmente y otros apuestan por imitar lo antiguo como valor diferencial

Rosa María Lerme y su hijo Ángel de la bodega Momparler Lerme, ubicados en la calle Corona, en pleno centro del Carmen. marga ferrer

En la batalla contra el tiempo que vivimos todavía existen lugares que transportan inesperadamente a un recuerdo pasado. Sucede así al pasear por algunos rincones escondidos de la ciudad. Por más que pasen los años, algunos comercios siguen conservando esa esencia de antaño. El aprecio por lo clásico sigue siendo un valor. De hecho, una gran parte del sector de la hostelería está apostando por locales ambientados en un estilo vintage.

Es una manera de volver al pasado y revivir algunas buenas costumbres. Pero los originales, los que no adoptan un estilo vintage sino que son así porque se mantienen como eran antiguamente, son los que cautivan sobremanera. Son los lugares de siempre, los lugares que seguirán siendo «los de siempre».

Es el caso de la tienda de discos Oldies „Nuestra Señora de Gracia, 6„ en Valencia, que desde que la inauguraron hace treinta y seis años, sigue manteniendo la estética de antes y el gusto por los clásicos. Su fachada traslada a una época pasada „como si el tiempo se hubiera detenido„, una gran cantidad de discos de vinilo abordan la entrada y de fondo suena una melodía que reproduce un tocadiscos desde el mostrador. «Seguimos manteniendo el estilo de la tienda porque si cambiáramos la decoración estropearíamos el ambiente que se crea. Nuestros clientes más fieles saben lo que buscan y aunque respetamos todos los géneros musicales, los grandes iconos tienen un lugar reservado en Oldies», asegura Vicente Fabuel, uno de los responsables de la tienda de discos.

En el caso de la hostelería ocurre lo mismo. Basta con dar un paseo por el Barrio del Carmen, para conocer el encanto de los comercios de alrededor que siguen inmóviles al cambio. Ya desde sus orígenes fue un barrio de comerciantes; dividido en dos zonas, el barrio textil con cerrajeros y herreros, y el barrio exterior, el de los arrabales, donde se encontraban los huertos, los tintoreros, los curtidores, los zapateros y los peleteros entre otros. De igual manera, se ha respetado ciertamente esa repartición de los comercios. Y todavía se pueden encontrar „habitualmente en las plazas más concurridas„ limpiadores de zapatos. „Casi como los de antes„. Es curioso ver el contraste de este oficio con el mundo actual.

En la calle Corretgeria, la bodega Baviera también conserva la naturaleza clásica de las antiguas destilerías y es uno de los santuarios del vino. Este local está ubicado a la sombra del Miguelete y su ambiente clásico combina con la amplia oferta de propuestas en vinos, cavas y licores de su interior.

Otra de las bodegas de antaño es Momparler Lerme „ ubicada en la calle Corona„. Está abierta desde 1921 por Santiago Momparler. Este rincón también traslada al cliente a la época en que los barriles llenaban diariamente las botas de vino y en su interior los estantes están repletos de botellas sin un orden aparente. Los carteles publicitarios rememoran que originalmente se vendían también aceites y llenaban las botas de vinos. Es una vuelta al pasado. «Ocasionalmente cuando algún nostálgico acude con su recipiente se lo llenamos», asegura Rosa María Lerme, propietaria del local.

Los ultramarinos y los establecimientos de necesidades básicas son los más habituales por esta zona. Pero uno que no pasa desapercibido, es el rincón de la horchata en la plaza de Santa Catalina. El local alberga más de dos siglos de tradición.

En estos lugares, el aire siempre está cargado de trazas del ayer. Las tiendas de moda también sufrieron esa revolución en cuanto a estética pero, afortunadamente, las buenas costumbres, se mantienen. Y la sombrerería Albero es un ejemplo de ello.

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