Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Jacobo Parages: "Tenemos una capacidad de sufrimiento casi ilimitada"

Jacobo Parages Pablo Echeita Diez

El dolor insufrible y una enfermedad incurable han sucumbido definitivamente ante el tesón imbatible del empresario de marketing Jacobo Parages (Madrid, 1966), quien tras cruzar a nado los 14 kilómetros del Estrecho de Gibraltar se dispone a abordar un nuevo reto en su vida: superar este mismo mes los 40 kilómetros que separan a Mallorca de Menorca. Desde que hace 20 años descubriese que padecía una dolorosísima enfermedad reumática que le impidió dormir tumbado durante cinco años pero que le enseñó también a diseñar un futuro salpicado de ambiciosas metas personales y de solidaridad hacia los mas débiles, Parages, víctima de una terrible espondilitis anquilosante, y más recientemente de un cáncer, ha optado por sacar lo mejor de sí mismo para disfrutar de la vida «sin recrearme en los sinsabores de la enfermedad». Y lo consigue.

Señor Parages, ¿cómo se vive una espondilitis anquilosante?

Es una enfermedad crónica, reumatológica y sin solución. Las articulaciones se te sueldan en un proceso muy doloroso. Hay que convivir con ello.

No debió de de ser fácil para un hombre sano y deportista como era usted verse de un día para otro paralizado por la enfermedad, ¿no?

Empecé a padecer la espondilitis con 27 años. Sentía un fuerte dolor lumbar y en las ingles. Pensaba que era una lesión por hacer deporte sin calentar. En dos meses no me podía ni bajar del coche. La suerte que tuve es que me diagnosticaron muy pronto.

¿Qué pasó una vez que puso nombre, tan raro por cierto, a su dolencia?

Nunca he querido saber muchos detalles de la espondilitis, es mi defensa. No me he metido en Internet a conocer más de ella porque paso de recrearme en la enfermedad. Siempre he preferido sacar una lectura positiva de esta dolencia.

¿Se puede ver la parte positiva de una enfermedad así que no tiene cura?

Yo ya no me imagino mi vida sin la espondilitis y la verdad, creo que gracias a ella he logrado cumplir muchos sueños y retos como el de cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar.

¿Y ahora se ha marcado nadar desde Mallorca a Menorca?

Exacto. Son 40 kilómetros que trataré de nadar a partir del próximo martes, día 22. Los retos los hago siempre para superarme, para compartir lo que gano con alguna ONG y demostrar que esta enfermedad no tiene por qué tirarte en el sofá.

Pero usted se pasó cinco años sin poder tan siquiera dormir en una cama, ¿verdad?

Sí. Esta enfermedad ataca a todas horas, pero sobre todo cuando estás más relajado. Me pasé cinco años durmiendo sentado pero nunca falté al trabajo.

¡Qué heroicidad!

Hoy en día estamos muy mal acostumbrados y eso ablanda la mente. Esta enfermedad me ha enseñado que el poder está en la mente y que tenemos una capacidad de sufrimiento casi ilimitada. Yo nunca me he sentido un inválido ni un impedido y eso a pesar de los brutales dolores que pasé durante los primeros 12 años de enfermedad. Los últimos ocho han sido mejores porque encontré un tratamiento que mitiga el dolor. En los últimos 20 años solo lo he pasado francamente muy mal en dos ocasiones.

¿Qué pasó en esas dos ocasiones?

Los dolores eran tan fuertes que no podía ni subirme un calcetín. Sentía mucha impotencia pero nunca he pensado en tirar la toalla.

Pero supongo que su enfermedad le habrá limitado mucho, ¿no?

¡Qué va! He cumplido todos mis proyectos. A los cuatro años de tener diagnosticada la enfermedad decidí dejarlo todo y dar la vuelta al mundo con una mochila de equipaje.

¿Qué aprendió en ese viaje?

Fueron 15 meses de aventura. Viajar como un mochilero me hizo más comprensivo. Sobre todo aprendí a no juzgar y a no criticar. Debería de ser obligatorio para todo el mundo pasarse al menos un año fuera de su país. Cuando decidí dar la vuelta al mundo la gente me decía que estaba loco. ¿Sabe que en mi mochila llevaba dos kilos de antiinflamatorios? Tenía unos dolores terribles, pero no me rendí. Llegué a probar todo tipo de medicinas. En China me pasé casi un mes con un tratamiento de acupuntura. Luego regresé a España, encontré trabajo y en 2001 empecé a nadar. Hasta ese momento, meterme en una piscina me daba mucha pereza.

¿Qué pasó para que se decidiese a zambullirse en una piscina?

Un día me di cuenta de que llevaba 10 años sin usar unas zapatillas de deporte. Eso me dio mucho que pensar porque yo había sido hasta que enfermé una persona muy deportista. En 2006, cuando dieron con mi tratamiento, empecé también a montar en bicicleta y en 2009 me propuse marcarme un reto al año.

¿Qué retos se ha marcado?

Aprender percusión, cajón flamenco, hacer magia, organizar una exposición para los niños con síndrome de Down, patinar, cruzar a nado el Estrecho y ahora nadar entre Mallorca y Menorca. Cruzar el Estrecho fue muy duro, pero tenía tanta ilusión que me pasé más de un año entrenando para hacerlo.

¿Por qué dedicó ese reto a los niños con síndrome de Down?

Porque estos niños son todo bondad y pureza. No tienen filtro de falsedad alguno ni maldad.

¿Tiene usted hijos?

No, ni tengo hijos ni estoy casado.

¿Qué sintió al llegar a Marruecos?

Una inmensa felicidad. Fueron tres horas y 47 minutos de brazadas. Nadé entre cetáceos, entre petroleros y llegué a un acantilado donde no había nadie. Entonces miré a la montaña y vi cuatro cabras. Volví a mirar y vi a un cabrero que me saludaba. Fue un momento único.

¿Qué llegó a pensar cuando le diagnosticaron meses después un tumor maligno?

¡Qué se le va a hacer! Tuve mucha suerte porque se me detectó a tiempo en una revisión rutinaria. Era un tumor en un testículo. Pasé cuatro días muy duros pero sin pensar en tirar la toalla.

¿No le entra nunca la pájara?

No. Lo mío es una actitud positiva ante la vida. En condiciones normales nunca sabes hasta dónde puede llegar tu mente. Cuando la vida te pone a prueba tienes dos opciones: o abandonar o seguir adelante.

¿De qué forma entrena usted su mente para ser tan positivos?

De forma consciente nunca he forjado esa fortaleza mental. Supongo que soy simplemente positivo.

¿A quién va a dedicar ahora su reto en Baleares?

A la fundación Uno entre cien mil para sacar fondos con los que se investiguen tratamientos para la leucemia infantil.

Perdone, pero ¿le queda tiempo para trabajar?

Sí porque hace seis años dejé de depender de terceros y formé con un socio mi propia empresa de marketing directo. El ser tu propio jefe te permite el lujo y la suerte de poder gestionar el tiempo tu mismo.

Compartir el artículo

stats