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Cartagena se lleva el premio gordo

Leonardo Hernández corta una oreja y firma el rejoneo más clásico de los tres actuantes

Cartagena se lleva el premio gordo

Andy Cartagena abrió la primera puerta grande de esta Feria de Julio gracias a una interpretación heterodoxa del arte de Marialva y en gran medida por la benevolencia de un público con ganas de fiesta, que pide orejas a troche y moche y sin mucho criterio. El rejoneador benidormense exhibió todo su repertorio, sobre todo en el tercio de banderillas. Su principal virtud fue la variedad y la alegría que contagió a los parroquianos, que ayer apenas llenaban un cuarto del aforo del coso taurino.

Al que abría plaza, le dejó un rejón de salida muy trasero. Su oponente empezó a cortar el viaje antes del cambio al tercio de banderillas y demostró su falta de fuerzas. Parado al empezar el segundo tercio, Cartagena tuvo que emplearse cabalgando a dos pistas tras dejar una banderilla algo contraria, para alegrar a los tendidos. Dejó que el toro de Luis Terrón le llegara mucho en la segunda banderilla y ahí fue cuando el murube se defendió descaradamente. Dos banderillas «al violín» y otras dos banderillas cortas con solvencia y el tradicional adorno del «teléfono» (que consiste en apoyar el codo en el testuz del toro, como si se estuviese hablando por un auricular) con el remate de las banderillas a dos manos, terminaron por convencer a los espectadores que, tras dejar el de Benidorm un rejón de muerte en la paletilla, le pidieron con estruendo y pañuelos blancos la primera oreja de la tarde que el presidente atendió reglamentariamente.

Con el cuarto de la tarde destacó en una banderilla al violín con repetidas piruetas en la cara, cabalgando a dos pistas, y en una banderilla de dentro a fuera. El cénit de su actuación cuando bailó con la cabalgadura al son de Paquito, el chocolatero. Tras una banderilla al quiebro, pinchó y dejó un rejón de consecuencias fulminantes. Segunda oreja y la primera puerta grande de la feria.

Por su parte, Leonardo Hernández basó su actuación en un rejoneo más puro y consiguió desorejar a su primero tras una lidia sin tantas estridencias. Destacó en el tercio de banderillas con un toro que tuvo más codicia que sus hermanos. Con el sobrero un toro que fue a su aire y nunca acabó de emplearse anduvo con su tradicional suficiencia, pero la faena no cogió vuelos y el personal no demandó la segunda oreja.

Sergio Galán mereció más premio a tenor de lo visto en el ruedo, pero un mal manejo del rejón de muerte en ambas actuaciones le dejó sin opciones de triunfo.

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