El empresario de calzado Jaime Mascaró, quien falleció hoy a los 74 años, fue un visionario que, sin apenas formación, convirtió un pequeño taller artesano, Zapatillas Ferrerías, heredado de su padre, en una de las principales firmas españolas del sector.

Jaime Mascaró, cuya familia se encuentra "destrozada" por su muerte, señalan a Efe Estilo fuentes cercanas, se guió más por su intuición que por su experiencia, y convirtió, junto a su primo Joan Mascaró, un humilde taller menorquín de zapatillas de ballet en una boyante fábrica de calzado que pronto importó diseño y calidad fuera de la isla mediterránea de Menorca.

El funeral del empresario, que consiguió elevar el calzado español a la altura del francés o del italiano, se celebrará mañana en la iglesia de Santa María (Ferrerías, Menorca).

El empresario, natural de la localidad de Ferrerías y que falleció tras una larga enfermedad, fue un emprendedor nato con perfil poco mediático, perteneciente a una generación de empresarios que prosperó en la sombra, sin apenas conceder entrevistas a lo largo de su vida.

Los ochenta fueron el contexto económico ideal para el nacimiento de la compañía Jaime Mascaró, aunque fue la llegada de sus hijas en los noventa la que supuso el verdadero impulso de la firma, ya que iniciaron un proceso de internacionalización y ampliaron el negocio con las firmas Úrsula Mascaró, Pretty Ballerinas y Loafers.

Actualmente el grupo menorquín cuenta con 98 tiendas en todo el mundo; Asia acapara el setenta por ciento de negocio, que en 2013, alcanzó los 57 millones de euros (unos 72 millones de euros) y los 600.000 pares de zapatos.

"Hace 20 años le dije a mi padre que tenía que poner su nombre en los zapatos", señaló recientemente la diseñadora Úrsula Mascaró en entrevista con Efe Estilo, sobre los cambios que ella y su hermana comenzaron a marcar en la empresa familiar.

Úrsula Mascaró estudió diseño en Londres y Nueva York, y actualmente se encarga de la dirección creativa; mientras que su hermana Lina se decantó por empresariales y hoy desempeña las labores de gerencia y dirección comercial de la empresa.

Detrás de un gran grupo se escondía la figura de Jaime Mascaró, un hombre familiar que llevaba retales de piel a sus hijas para que jugasen a ser creadoras, como él fue un creador de sueños que, finalmente, se cumplieron muy por encima de sus expectativas.