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Científicos

La ficción de la ciencia

Astrofísicos valencianos analizan el último trabajo de Nolan y explican sus claves- Los expertos ven fabulación en el filme pero sobre una base bastante sólida

La ficción de la ciencia

­Es ciencia ficción, es ficción, es ciencia. Interstellar, la distopía futurista que viven en la gran pantalla Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Michael Caine y Jessica Chastain, ha provocado controversia acerca de su cientifismo como ya ocurriera con Gravity. Christopher Nolan se ha hecho asesorar por un importante físico, Kip Thorne. El guión contiene altas dosis no sólo de astronomía, sino de física, matemática o relatividad. Interstellar no deja de ser una película pero sus astronautas se mueven en el tiempo y en los agujeros negros y sus científicos llenan pizarras de fórmulas cuánticas. Astrofísicos valencianos analizan para Levante-EMV las claves del filme. El catedrático Vicent Martínez cree que «la cosmología y la astrofísica se entrelazan adecuadamente con la ficción: las visualizaciones del espacio-tiempo curvo de la relatividad de Einstein o de los agujeros negros, incluso la geometría del teseracto (básicamente un cubo de cuatro dimensiones) son geniales y científicamente correctas». Thorne se deja notar aunque «a fin de cuentas es ficción».

La película reproduce un agujero negro, un trabajo que precisó de potentes ordenadores. Precisamente Thorne trabajó en el desarrollo de imágenes de los «agujeros negros» y los «agujeros de gusano», clave en el argumento. El astrofísico José Antonio Font explica que para reproducir un agujero negro es necesario «describir el movimiento de la materia y de la radiación en el exterior de su horizonte de sucesos». Para ello se puede analizar el movimiento de partículas prueba en el campo gravitatorio generado por el agujero negro que siguen unas curvas «geodésicas» y es posible encontrar órbitas circulares estables que son las que se muestran en la película: un disco de materia alrededor del agujero. Para los astrofísicos no presenta excesivas dificultades. Font recuerda que ya en 1991 se presentó una visualización realista de un disco de acreción alrededor de un agujero negro sobre los cálculos de Jean-Alain Marck.

Son un «atajo» en el espacio en los que se viaja más rápido que la luz. ¿Es viable penetrar en uno? Toni Font lo explica: «Cruzar el horizonte de sucesos de un agujero negro sería viable dependiendo de la masa del agujero en cuestión. Si el agujero negro no tiene rotación el horizonte está situado a una distancia directamente proporcional a la masa del agujero negro y a la constante de la gravitación de Newton e inversamente proporcional al cuadrado de la velocidad de la luz. Si tiene una masa igual a la del Sol, su horizonte tiene un tamaño de unos 3 km. Si es un agujero negro supermasivo de una masa de 1 millón de soles (el agujero negro central de la Vía Láctea tiene una masa de 4 millones), su horizonte tiene un tamañode 3 Km. En el primer caso, las fuerzas gravitacionales de marea que sufriría el protagonista en sus pies mientras cae hacia el centro del agujero negro serían muchísimo más intensas que las que sufriría su cabeza, de forma que sufriría un proceso de espaguetización del que no saldría ileso. En el segundo supuesto, la magnitud de las fuerzas de marea es similar a la de las de la Tierra, por lo que no notaría nada». En realidad, un agujero negro de gusano es «un concepto puramente matemático del que no existe confirmación observacional». Stephen Hawking o el propio Thorne piensan que es posible no sólo que existan sino que pueda viajarse a través de ellos. Martínez cree que en el «interior del agujero de gusano» es donde el director ha ido más allá.

El efecto de la dilatación temporal gravitatoria fue predicho por Einstein y confirmado situando relojes atómicos a diferentes alturas sobre la Tierra. «Viene a señalar „anota Font„ que cuando mayor es el potencial gravitatorio, más lentamente pasa el tiempo». Dos de los protagonistas descienden al planeta Miller mientras que un tercero se queda en la nave. «Como el potencial gravitatorio es inversamente proporcional a la distancia, el que se queda siente un potencial menor que los que descienden „aclara„. Para saber si los cálculos (una hora son siete años terrestres) son correctos, habría que conocer a qué altura se encuentra la nave respecto del planeta y cuál es la dependencia de la aceleración de la gravedad con la altura en el planeta.

«Las olas gigantes del planeta son consecuencia de las fuerzas gravitacionales de marea que experimenta debido a la proximidad del agujero negro, análogo a las olas de nuestros océanos terrestres, pero mayores», según Toni Font.

Tras la ciencia, queda la filosofía. Vicent Martínez confiesa que la historia «distópica y terrible» tiene mucho de real: «Hemos deteriorado tanto nuestro planeta que será incapaz de albergar a la humanidad en un par de generaciones». Además, está la «angustia vital del protagonista», que abandona su espacio y su tiempo para adentrarse en dimensiones desconocidas, la posibilidad de no dejar un planeta habitable para las generaciones futuras o la responsabilidad de salvarse o preservar la especie..» Font coincide en que la tesis no es descabellada: «Los recursos son limitados y la población viene creciendo a un ritmo exponencial desde finales del XVIII. El traslado masivo a otros mundos parece un asunto nada trivial». Aunque recela: «Si la solución pasa por que alguien coloque un agujero negro de gusano a nuestro alcance el futuro es poco alentador». Los científicos confían en que la respuesta esté en la investigación.

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