Los agujeros negros supermasivos, sobre todo los del remoto Universo, engullen grandes cantidades de material que van atrayendo poco a poco con su fuerte gravedad. En ocasiones, y por causas que aún no están demasiado claras, una parte consigue escapar, formando grandes chorros de materia y radiación que huyen a velocidades muy cercanas a la de la luz. Cuando esto ocurre, se dice (en un lenguaje coloquial) que el agujero negro tiene una «indigestión». Iván Martí-Vidal (Gandia, 1980), que fue becado en el Instituto Max Planck y ahora investiga desde el Observatorio Espacial de Onsala (Suecia), ya logró en 2013, gracias al poderoso telescopio ALMA y con el concurso de su «mentor» en la Universitat de València Jon Marcaide, captar una de esas «indigestiones» „la del agujero PKS1830-211„.

Ahora ha dado un paso más. Es muy posible, explica Iván Martí-Vidal, autor principal del artículo que publica Science, que campos magnéticos muy altos, y muy cercanos al horizonte de sucesos de estos agujeros negros, sean la clave para explicar las «indigestiones». Pero nunca se ha conseguido detectar. En su trabajo se ha logrado medir señales claras de un potentísimo campo magnético muy cerca de un agujero negro supermasivo; justo en el lugar donde nacen los chorros de materia expulsada. Hasta ahora, recuerda el astrofísico, solo se habían medido campos magnéticos a varios años-luz de distancia de los agujeros negros (ya muy avanzados los chorros), «pero nosotros hemos conseguido hacerlo a tan solo unos escasos días-luz del horizonte de sucesos» donde las eyecciones tienen lugar.

Además, han logrado medir su fuerza mediante el estudio de la forma en que se polariza la luz que ya se ha alejado del agujero.«La polarización es una propiedad importante de la luz y se utiliza mucho en la vida diaria, por ejemplo, en las gafas de sol o gafas 3D en el cine. Cuando se produce de forma natural, la polarización se puede utilizar para medir campos magnéticos, ya que cambia cuando viaja a través de un medio magnetizado», aclara Martí Vidal. «En este caso, la luz había estado viajando a través de un material muy cercano al agujero negro, un lugar lleno de plasma altamente magnetizado», añade.

Los astrónomos encontraron que la dirección de polarización de la radiación procedente del centro de PKS 1830-211 había rotado. Estas son las longitudes de onda más cortas jamás utilizadas en este tipo de estudio, que permiten estudiar las regiones más cercanas al agujero negro central. «Hemos encontrado señales claras de rotación de la polarización que son cientos de veces mayores que el más alto que se ha encontrado en el Universo», apuntó otro de los autores, Sebastien Muller.

Este resultado es muy importante, asegura el gandiense, para «entender mejor estos fascinantes objetos, frontera del espacio y el tiempo, que son los agujeros negros».