En un estudio publicado en la revista Icarus, se analizaron los datos del equinocio registrado en Saturno en 2009 „hay uno cada 29 años„, que permitió observar la naturaleza y la estructura interna de los anillos de Saturno gracias a que el Sol los iluminó de canto. Llamó la atención que la temperatura fuese más alta de lo esperado en una sección de los anillos.

«En su mayor parte, no se puede aprender mucho acerca de las partículas de los anillos de Saturno más allá de un milímetro por debajo de la superficie. Pero el hecho de que en una parte de los anillos no hiciera el frío que esperábamos nos permitió modelar cómo podría ser el interior», dijo Ryuji Morishima, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, quien dirigió el estudio.