«Al margen del respeto que se le debe a quien no se conoce, por un lado, y a una autoridad, por el otro, y que en cualquier caso es cuestión de educación social, cortesía, buenas maneras o buenas formas hay un tratamiento específico para miembros de la realeza». Lo explica Sergio Escalera, de la Escuela Internacional de Protocolo de Valencia, para explicar por qué al rey no se le debe tutear, al menos en público. Se debe, se aconseja, aunque no hay una «ley» que lo impida.

De acuerdo al protocolo real (Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre), el rey y la reina tienen categoría de Majestad, Su Majestad, Vuestra Majestad, Sus Majestades o Majestades. Al dirigirse al rey y los infantes habría que llamarles Señor: a la reina y las infanta, Señora. La Princesa e infantes son considerados Alteza, Altezas, Alteza Real, Altezas Reales, Vuestra Alteza, Vuestras Altezas, Su Alteza, Sus Altezas, Su Alteza Real, Sus Altezas Reales.

Sin embargo, el entusiasmo deportivo llevó a la periodista María Victoria Albertos (Mediaset) a soltarle a Felipe VI: «¿Qué tal estás? Estuviste con los jugadores después del partido. Te comprometiste. Ellos han cumplido y tú también». Así hasta cuatro veces y hasta que, advertida por el pinganillo, pasó al usted. En realidad, al tratarle de «Señor», hay que dirigirse en tercera persona del singular («el Señor estuvo...») En el entorno familiar esta norma no rige, y en el próximo se le tutea manteniendo el señor («tú, señor»).

A la periodista se la «condenó» en las redes sociales. ¿Es tan grave? «No está penado por ley, pero es una falta de educación y de respecto que dice muy poco de un periodista que debería estar informado además de educado», concluye Escalera.

«Como me trate de tú yo le tuteo también», se cuenta que dijo Santiago Carrillo cuando al ser recibido por Juan Carlos I en la Transición. Y hay textos del Siglo de Oro que recogen diálogos de tú a tú entre un soldado y su rey. El propio monarca -aunque él puede, claro- se saltó el protocolo al decirle al equipo: «¡Sois la leche!»