La crisis le ha pasado factura, como a otros muchos compañeros de profesión. Así lo aseguró ayer a Levante-EMV el diseñador valenciano Javier Mariscal. El autor de Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, hace estas declaraciones tras la publicación de una entrevista en la que asegura que «ya nadie me llama, estoy sin trabajo, soy un mantero».

Ante estas sorprendentes afirmaciones, Mariscal aclara que la crisis también le ha afectado, como a todo el mundo, aunque «ni más ni menos que a otros compañeros», aunque por el momento su trabajo no se podrá comprar sobre las mantas de ninguna calle. Es una forma de hablar.

Sí aclara, no obstante, que no supo gestionar su estudio de Barcelona, que finalmente se vio obligado a cerrar y en el que tenía unos 40 empleados. «Me arruiné, no lo supe hacer, y al mismo tiempo tuve un desengaño amoroso y terminé en el psiquiatra tomando pastillas», señala en la entrevista a la revista Gurb.

«Me encuentro en una situación parecida a la de mucha gente en este país y muchos compañeros». El diseño, asegura «ya no se paga como antes», dice a este periódico.

En busca de la reinvención

Ahora toca «reinventarse» para salir de la actual situación aunque asegura que «estoy encantado de vivir con muy poco», señala a este diario desde Colombia, donde se encuentra para impartir unas clases. Asegura que la única propiedad con la que cuenta es una Vespa, que ha puesto a nombre de su hija, «para que no me la quiten».

Tras declarar que nunca ha tenido el ADN «nacionalista», criticar a Artur Mas por «trilero» ya que es «un tramposo que juega siempre con las cartas marcadas», y mostrarse partidario de que se haga un referéndum en Cataluña, Mariscal insiste en la entrevista en que «estoy más contemplativo porque no hay nadie que me llame y entonces tengo que contemplar las nubes porque no tengo trabajo».

A pesar de ello, el diseñador valenciano no esconde que ahora se siente más libre que nunca para decir lo que piensa, como que «a este Gobierno tan franquista que tenemos no le gusta la cultura».

Javier Mariscal indica que todo empezó a irle mal a partir del año 2008 y recuerda que en su estudio, que era «como una familia» de cuarenta personas, tuvo que hacer un ERE. «Entré en una depresión muy gorda y bueno, poco a poco vas saliendo de la depresión, pero claro, de la depresión, no de lo otro, no del problema con el trabajo».

«Nada consumista»

«Sigo estando „continúa„ en una situación precaria, precaria económicamente, con problemas de vivir el día a día. A mí no me importa, sé vivir perfectamente con nada, tengo amigos, puedo vivir en sus casas y no soy nada consumista, pero tengo hijos y eso es lo que te pesa mucho. Quieres que a tus hijos no les falte de nada, quieres pagarles un colegio que esté bien y que en el futuro, si quieren puedan ir a la universidad, o si tienen que ir al extranjero puedan ir».

La entrevista en Gurb termina con la aseveración del artista de que ahora es un «mantero». «Yo abro la tienda y ya no viene nadie, tengo que ir a la calle a poner una manta en el suelo para poner ahí sombreros y cosas, para ver si la gente viene y me compra. Y además, como soy ilegal, tengo que tener unas cuerdecitas atadas a la manta para cuando llegue la Policía tirar y hoop... salir corriendo».