El gigantesco ojo de Calatrava lagrimea en mitad del World Trade Center neoyorquino, y no es una metáfora. Según apuntaba esta misma semana el New York Times, el intercambiador diseñado por el arquitecto de Benimàmet en la Zona Cero padece unas goteras que han hecho torcer el morro al responsable de uno de los proyectos comerciales más ambiciosos en las entrañas de la ciudad, bajo la superficie donde un día se alzaron las Torres Gemelas.

El gigantesco centro comercial Westfield World Trade Center, tallado como en una mina en el subsuelo de Manhattan, incluido en el proyecto de Calatrava, ha tenido que retrasar su apertura hasta el primer semestre del año próximo. El impacto económico es notable para el centenar de establecimientos que va a albergar el complejo, si se tiene en cuenta que la inauguración estaba prevista antes de que acabara el año, para absorber a los millones de ciudadanos y turistas que recorrerían el espacio durante las navidades y popular previa, el Día de Acción de Gracias.

La razón son las filtraciones de agua desde la zona de la cúpula del intercambiador, bautizada como Oculus, el remate que asemeja un globo ocular con sus pestañas. El espacio público que lo envuelve es el tejado del centro comercial subterráneo y esa zona es la que está sufriendo las goteras.

El agua que cae sobre el Oculus y su entorno no procede de la lluvia, precisa el rotativo neoyorquino, sino que es la utilizada para limpiar el polvo que produce el corte de unas placas de cemento en una torre contigua: el World Trade Center 3.

La colosal obra lleva ya siete años de retraso. Ahora sumará una más. No es una novedad en ls proyectos del arquitecto. Este ha lamentado el trato recibido y las consecuencias. En una entrevista con Wall Street Journal aseguraba hace unos meses que no era invitado a nuevos proyectos en EE UU por la polémica por el intercambiador de la Zona Cero.